El gobierno de Palestina en vida de Jesús de Nazaret
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En vida de Jesús de Nazaret, Palestina estuvo gobernada por el rey Herodes, el Grande, por sus hijos el etnarca Arquelao, los tetrarcas Herodes Antipas y Filipo y por los procuradores romanos junto con el Sanedrín judío. En el año 40 antes del nacimiento de Jesús de Nazaret en Belén, los emperadores romanos, Antonio y Octavio, nombran a Herodes, persona de su confianza, rey de Palestina. Era de constitución física robusta, de gran carácter, hábil, astuto, cruel con sus enemigos y vasallo servil y aliado fiel con los emperadores romanos.
Su padre Antípatros había prestado grandes servicios políticos y militares a los romanos Pompeyo y a César en la conquista de Palestina nombrándolo monarca de este territorio cómo recompensa. Su hijo Herodes gobernó el pueblo judío de Palestina con pleno poder despótico durante 37 años desde el citado año 40 a. C. y al año 4 d. C. teniendo su propio ejército, su propio partido político llamado los herodianos y estando exento de pagar tributos a Roma. Su reinado podemos dividirlo entre etapas.
En la primera, desde el año 40 al 25 a. C., se dedica a consolidar su trono ganándose la amistad de los emperadores Antonio y Octavio y asesinando sin escrúpulos a varios miembros de la real familia asmonea judía que le ofrecían resistencia, entre ellos, al viejo rey Hicario II, y a familiares suyos íntimos como fueron su mujer Marianme, a su cuñado Antiguo y a su suegra Alejandra.
En la segunda, desde el año 25 al 10 a.C., reedifica el Templo de Jerusalén siguiendo las huellas del levantado por Salomón. Construye y embellece varías ciudades de Palestina, entre ellas, Cesarea, donde levanta un gran puerto, y numerosos palacios y fortificaciones en Palestina, entre estos, la Torre Antonia en memoria del emperador Marco Antonio para residencia suya en Jerusalén. Era una verdadera fortaleza inexpugnable en tiempos de guerra, de forma cuadrilátera, en donde se hallaba la parte privada reservada a al rey, y la parte pública donde se hallaba el pretorio, lugar donde el procurador Poncio Pilatos recibirá y conversará con Jesús de Nazaret junto con el litróstatos, patio enlosado, donde fue vilmente coronado de espinas, escupido y flagelado por los soldados romanos por mandato suyo. Fue una gran etapa de prosperidad para Palestina, por lo cual es llamado El Grande.
En la tercera, desde el año 10 a. C. al año 2 d. C. se caracterizada por sus disensiones, intrigas y crueldades. Manda estrangular a sus dos hijos en Sebaste y degollar a todos los niños menores de dos años en Belén. Asesina a su hijo primogénito que había designado heredero de su reino cinco días antes de su muerte. Muere a la edad de 70 años del año 4 d. C. El pueblo judío le odiaba por su crueldad, por su despotismo y por su ateísmo, aunque le temía por su gran poder e influencia política.
En su último testamento repartió el reino de Palestina entre sus tres hijos, asignándole las regiones de Judea, Samaria e Idumea a Arquelao, las de Galilea y Perea a Herodes Antipas y las de Traconítide, Gaulanítide, Batanea y Hauranítide a Felipo. Pero el emperador romano Octavio, ante la tenaz y fuerte oposición del pueblo judío, nombra etnarca a Arquelao y tetrarcas a Herodes Antipas y a Felipo sobre dichos territorios, advirtiéndoles que los nombraría reyes cuando llegasen a merecerlo.
Arquelao gobierna con crueldad y tiranía a sus súbditos de Judea, Idumea y Samaria. El emperador Octavio lo destituye y lo destierra a las Galias ante las graves acusaciones que estos le hicieron llegar, incorpora dichas regiones a la provincia romana de Siria y nombra un procurador bajo la superior inspección del legado imperial de dicha provincia.
Herodes Antipas, que tal vez era el hijo que mejor reflejaba el carácter de su padre por su ambición, amor al lujo y adulación a poder imperial romano, gobernó Galilea y Perea durante 36 años, desde el año 4 d. C. en adelante. Construyó la ciudad de Tiberíades, a orillas del lago de Gennesaret, en honor del emperador Tiberio. Reconstruyó una antigua ciudad frente a Jericó en Perea poniéndole el nombre de Libia, esposa del emperador Octavio. Se ganó la confianza del imperador Tiberio sirviéndole como confidente y espía en Oriente.
Filipo, tetrarca de Gaulanítide, Traconítide, Hauranítide y Batanea, gobernó dichos territorios pacíficamente hasta su muerte. Siendo de edad madura se casó con Salomé, sobrina suya y famosa hija de Herodías, a la que le llevaba treinta años de edad.
Herodes Antipas visita Roma y se hospeda en casa de su hermano Filipo casado con Herodías, sobrina carnal suya e hija de Aristóbulo y nieta de Herodes el Grande. Herodías, mujer muy ambiciosa, y Herodes Antipas, hombre lujurioso y sin escrúpulos y casado con otra mujer, deciden vivir juntos y regresan a Galilea y Perea acompañándoles Salomé, hija de Herodías, gran bailarina, cuya arte había aprendido en Roma. El repudia a su legítima esposa que se refugia en la fortaleza de Macaronte y huye a los dominios de su padre, el rey Aretas, y ella abandona a su esposo Felipo y regresa a Galilea a lado de Antipas.
Juan Bautista recrimina a Herodes Antipas, que le profesaba cierta veneración supersticiosa, su vida incestuosa y adúltera con su sobrina Herodías. A consecuencia de ello, le encarcela en la fortaleza de Macaronte, donde permanece encerrado durante diez meses. Herodías intenta por todos medios conseguir de Herodes Antipas que lo mandase degollar, pero él se resiste a tal intento, primero por el respeto que le tenía a Juan Bautista y segundo por el temor a una sublevación del pueblo judío que tenía a Juan Bautista en gran estima.
Herodías, que no dejaba ocasión para conseguir sus deseos, se vale de su hija Salomé, a quien Antipas admiraba y quería por sus encantos. La ocasión la tuvo, cuando en una cena-baile Salomé baila con tanto agrado para Herodes Antipas y para sus invitados, que se gana su voluntad, manifestándole que le concederá lo que le pida. Por indicación de su madre Herodías le pide la cabeza de Juan Bautista, que Herodes Antipas le concede, ordenando su decapitación, que ella ofrece a su madre en una bandeja.
El encarcelamiento de Juan Bautista causará un enorme dolor y tristeza a Jesús de Nazaret, súbdito del Herodes Antipas, que decide iniciar su vida pública anunciando por toda Galilea y Perea el Reino de Dios, como una religión del corazón. Su mensaje, conducta y milagros llegan profundamente al corazón de muchos judíos siguiéndole muchos discípulos y oyentes suyos.
Durante la vida de Jesús de Nazaret los procuradores de las regiones de Judea y Samaria y Perea fueron por orden cronológico los siguientes: Coponio, Marco Ambivio, Rufo, Valerio Cracto y Poncio Pilato. Eran comandantes de todas las guarniciones militares sitas en estos territorios, ordenaban los impuestos y gabelas y tenían la potestad jurisdiccional de ejecutar o absolver a los sentenciados a muerte. Sus relaciones con Herodes Antipas eran hostiles.
Religiosamente no eran creyentes judíos, pero guardaban gran respeto a las creencias religiosas de los judíos y les concedieron muchos privilegios. Se puede afirmar que fueron mejores para los judíos que el rey Herodes y el etnarca Arquelao. Tenían su residencia oficial en Cesarea y viajaban frecuentemente a Jerusalén donde se alojaban en la torre Antonia que dominaba al Templo y donde residía una guarnición de soldados romanos para mantener el orden.
De todos ellos, el peor fue Poncio Pilatos, era persona terca, violenta, tirana y odiosa, que aprovechaba toda ocasión para humillar y despreciar al pueblo judío. Fue quien cobardemente ordenó la crucifixión de Jesús de Nazaret a petición del pueblo judío manipulado por los sumos sacerdotes Anás y Caifás. Será destituido de gobernador de Judea, Samaria y Perea por la cruel e injusta matanza de ilustres personajes samaritanos ordenada por él en monte Garazeim.
La comunidad samaritana presentó la correspondiente denuncia de esta matanza colectiva ante Vitelio, delegado romano de la provincia de Siria con plenos poderes para todo Oriente, que le destituye y le envía a Roma para que responda ante el emperador Tiberio de sus cargos y delitos. Cuando llega a Roma, dicho emperador había muerto, sucediéndole Cayo Calígula.
El Sanedrín era la institución autóctona judía para regir interiormente y religiosamente el pueblo judío bajo la autoridad suprema de los representantes de los emperadores romanos en Palestina. Fue creada en la antigüedad por los reyes extranjeros que la había conquistado. Estaba constituido por setenta y un miembros judíos, incluido su presidente que era el sumo sacerdote del Templo de Jerusalén. Se dividía entre tres grupos, el primero estaba formado por sacerdotes que representaban la clase aristocrática sacerdotal de tendencia saducea, el segundo por ancianos que representaban a la aristocracia laica también de tendencia saducea y el tercero por escribas de tendencia farisaica.
Residía en Jerusalén y tenía jurisdicción sobre todo el mundo judío, pero prácticamente solo la ejercía sobre el judaísmo palestinense. Se extendía a toda causa religiosa y civil que se relacionase con la Ley Mosaica y con el poder de dictar sentencia, incluso de muerte, pero que debía ser confirmada y ejecutada personalmente por los representantes de la autoridad del emperador romano en Palestina.
El Sanedrín era convocado por el Sumo Sacerdote para reunirse en el lugar llamado de la Aula de la Piedra Cuadrada, junto al Templo, pero en ocasiones podía reunirse en la casa del Sumo Sacerdote. Eran días inhábiles para los sábados y los festivos judíos. Las causas se discutían de día y se resolvían y dictaban sentencia de noche. En las civiles se resolvían por mayoría de un voto, y en las penales se absolvían por mayoría de un voto y se condenaban por mayoría de dos votos, pudiendo revirarse la sentencia para absolver pero no para condenar. Las opiniones y los juicios sobre las causas comenzaban por los más jóvenes hasta llegar a los más ancianos.
El Sanedrín, presidido por Caifás sumo sacerdote aquel año, condena a muerte a Jesús de Nazaret en un juicio sumarísimo y nocturno por sus dichos de que podía destruir y reconstruir en tres días el Templo de Jerusalén, por proclamarse Hijo de Dios y por su fuerte crítica a los hipócritas escribas y fariseos explotadores de la buena fe del pueblo judío. Caifás era yerno del poderoso y taimado Anás, promotor de su detención con la colaboración traidora de Judas Iscariote. Anteriormente, había sido sumo sacerdote durante varios años.
José Barros Guede
A Coruña, 2 de julio del 2013