El grito de los pobres, por José-Román Flecha Andrés en Diario de León (17-11-2018)
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El grito de los pobres, por José-Román Flecha Andrés en Diario de León (17-11-2018)
"Este pobre gritó y el Señor lo escuchó". Con estas palabras del salmo 34,7, se abre el mensaje del papa Francisco para la II Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra el domingo 18 de noviembre de este año 2018. Es fácil cantar que el Señor escucha el lamento de los pobres, pero es más difícil que nosotros salgamos a su encuentro.
Pero, como sucedió con los que querían silenciar al pobre ciego Bartimeo, también hoy "se escuchan las voces del reproche y las que invitan a callar y a sufrir. Son voces destempladas, con frecuencia determinadas por una fobia hacia los pobres, a los que se considera no solo como personas indigentes, sino también como gente portadora de inseguridad, de inestabilidad, de desorden para las rutinas cotidianas y, por lo tanto, merecedores de rechazo y apartamiento".
Es cierto que Dios está cerca de los pobres, pero "es necesario que ellos perciban la presencia de los hermanos y hermanas que se preocupan por ellos y que, abriendo la puerta de su corazón y de su vida, los hacen sentir familiares y amigos".
En el inmenso mundo de la pobreza, nuestra intervención es limitada e insuficiente. Hemos de colaborar con las formas de ayuda y de solidaridad promovidas por otros, sin descuidar lo que nos es propio: llevar a todos hacia Dios y hacia la santidad. "Lo que necesitan los pobres no es protagonismo, sino ese amor que sabe ocultarse y olvidar el bien realizado. Los verdaderos protagonistas son el Señor y los pobres".
El Papa recoge una idea de santa Teresa de Ávila: "La pobreza es un bien que encierra todos los bienes del mundo. Es un señorío grande. Es señorear todos los bienes del mundo a quien no le importan nada" (Camino de perfección 2,5). Si descubrimos el verdadero bien, seremos ricos ante Dios y sabios ante nosotros mismos y ante los demás.
Finalmente, el Papa recuerda que los pobres nos evangelizan y nos ayudan a descubrir la belleza del Evangelio. Así que tendamos las manos unos a otros, para que se realice ese encuentro que sostiene la fe, hace activa la caridad y permite a la esperanza caminar segura hacia el Señor que llega a nuestra vida.
José-Román Flecha Andrés