Hace exactamente 400 años, por Alfonso Frechel Merino, secretario canciller del obispado de Segovia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Artículo para este fin de semana 14-15 septiembre, escrito por el Secretario Canciller del Obispado de Segovia, Alfonso Frechel sobre los 400 años del Santuario
Ofrezco una fecha exacta, que fue la del 23 de septiembre de 1613. Lo que quiere decir que el próximo día 23 de septiembre se cumplirán exactamente 400 años. Es la fecha en la que por primera vez la talla de Nuestra Señora de la Fuencisla entró en el actual Santuario, aún no terminado del todo, y allí se quedó hasta nuestros días, siendo ya su casa habitual.
Cuentan las crónicas, y muy especialmente el Deán Tomás Baeza, del que tomo la mayor parte de los datos, la cantidad de fastos y festejos que se realizaron muchos días antes, incluso con la presencia del Rey Felipe III que llegó a Segovia el día 18, a las tres de la tarde, en carroza descubierta con sus cuatro hijos.
Todo estaba previsto para que el día 22, domingo, igual que este año, se trasladara a la Virgen desde la Catedral hasta el nuevo Santuario. El Rey, las personas reales y toda la comitiva, asistieron a la misa mayor que se celebró en la Catedral con solemnidad extraordinaria. Habían preparado doce altares a lo largo del recorrido, pero la lluvia impidió la procesión. Se contentaron con hacer una procesión por dentro de la catedral y del claustro, asistiendo toda la comitiva real.
Fue al día siguiente, el 23, lunes, como este año, cuando a las nueve de la mañana salió la procesión de la Catedral y no llegó al Santuario hasta las tres de la tarde. Se colocó la imagen de la Virgen en un altar provisional, puesto que todavía no estaba hecho el retablo, y el propio Rey la rindió un homenaje de despedida. Desde aquel día el Santuario fue su morada.
En estos 400 años son incontables los segovianos que han pasado por el Santuario para visitar a la Virgen. Solamente Ella sabe de los miles de propósitos, de oraciones, de cuitas, de alegrías, de penas, de confidencias de sus hijos. Con ellos ha realizado otros tantos pequeños milagros diarios en sus corazones y en sus vidas. La vida de Segovia ha estado siempre muy polarizada por la Patrona y Madre de la Fuencisla y han acaecido multitud de acontecimientos de todo género, siendo Ella la estrella y el norte y guía.
Mucho han cambiado las circunstancias del mundo entero y las de nuestra Ciudad. Hoy tenemos pluralidad de opiniones y opciones políticas, sociales, económicas, etc., y hasta de religiones y diversas creencias. Nos invade el materialismo y el relativismo, dando la sensación de que lo trascendente, lo espiritual y lo religioso apenas interesa. Pero entre nosotros hay un fenómeno innegable durante once días seguidos en que nuestras calles se llenan de gente que acude a la Catedral a seguir contando sus secretos a la Señora de la Fuencisla. Ella seguirá haciendo cotidianos milagros y trastocará corazones y despertará la fe dormida de algunos y será la garantía de la fe para Segovia y su Comunidad y Tierra.
Los católicos tenemos un nuevo reto al conmemorar 400 años de la presencia de la Virgen en su Santuario. Tenemos que transmitir nuestra fe ?y estamos en el Año de la fe? a nuestros sucesores. Tenemos que tratar de inculcar a nuestros niños y a nuestros jóvenes el amor y la confianza en María, visitándola en las peñas grajeras, porque Ella siempre será la garantía de la fe. Como la decimos en la canción ?aunque mi amor te olvidare, Tú no te olvides de mí?. La Virgen, que es la ?omnipotencia suplicante? siempre cuidará de todos los que la invocaron y la llamaron ?Madre?, aunque se hubieran olvidado de Ella. Sigue haciendo pequeños milagros cotidianos y lo sabemos.
Estamos a punto de comenzar la Novena. Que sea una vez más la gran manifestación de nuestro amor a María, con sinceridad y conversión del corazón. Que la sigamos visitando en su Casa con su imagen restaurada y sus coronas recuperadas. El Niño que tiene en su brazo derecho nos sigue bendiciendo y sigue sosteniendo al mundo. ¡Qué afortunados somos!
Alfonso Mª Frechel Merino
Canciller del Obispado