No se juega con la pobreza, menos aún con la infantil ? editorial Ecclesia

No se juega con la pobreza, menos aún con la infantil – editorial Ecclesia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Lo adelantó meses atrás Cáritas y ya entonces ecclesia lo contó. Ahora es UNICEF quien lo denuncia. Se trata, además, de una cuestión que ha de producir sonrojo y escándalo para toda sociedad, máxime para España, que, con todo y aún en medio de la crisis, sigue situándose entre los diez o doce primeros países del mundo. La pobreza es una vergüenza. Y lo es más aún la pobreza infantil. Y que España se sitúe en Europa en el primer puesto de ella, tras Grecia y Rumanía, es un escarnio, es algo que no puede, en modo alguno, dejarnos indiferentes.

Según el informe de UNICEF, la tasa de pobreza infantil se sitúa en España en el 27% (2.306.000 niños). El informe demanda un pacto de Estado contra la pobreza, urge a la solidaridad institucional y a una serie de medidas que nadie debería desoír.

No vamos ahora a enredarnos en debates de brocha gorda o de fino pincel sobre la real y cruda veracidad de estos datos, ni sobre cómo se fija el llamado umbral de la pobreza y su proporcionalidad en relación a otros países más ricos. Con la pobreza no se juega. No se hace ni demagogia ni política barata y buscadora de réditos electorales o de opinión púbica. La pobreza ni se esconde, ni se exagera, ni se manipula, ni en un sentido ni en otro. La pobreza se combate y se trabaja por su erradicación.

Como cristianos, además, la bandera ?haciendo nuestras palabras del Papa Francisco en su más reciente entrevista periodística (ver página 33)- en pro de los pobres y de los niños pobres nadie nos la ha de arrebatar. No podemos consentir que este verano, sin ir más lejos, haya niños ?y lamentablemente podrían ser muchos- que no tengan garantizada una comida diaria. Por favor, seriedad y responsabilidad. Que se nos cuente toda la verdad y que instituciones y también particulares, incluidos los afectados, contribuyamos a evitar este auténtico delito de lesa humanidad que es la pobreza y, más aún, la pobreza infantil.