El no de las pancartas laicistas, por Fidel García Martínez

El no de las pancartas laicistas, por Fidel García Martínez

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El no de las pancartas laicistas, por Fidel García Martínez

El día de la festividad de su Patrono se celebró una función litúrgica dentro y fuera de la parroquia de la que el primer Papa es titular, una brillante, emotiva y muy participativa Eucaristía con la asistencia de numerosos fieles, tan grande que las naves del templo madre de Gijón quedaron insuficientes para abrazar a tantos que emocionados y respetuosos siguieron con atención todos los actos de dentro y de fuera.

No faltó nada para que todas las ceremonias sacras cumplieron su función: festejar la memoria del Príncipe de los Apóstoles a quien Jesucristo le prometió que sería la piedra sobre la que permanecería incólume la Iglesia contra la que nada han podido, ni podrán los fuerzas del infierno. Todo fue perfecto: la belleza y la armonía de los cánticos, la elocuencia sagrada, a la que Jovellanos consideraba como la más grande de todas las manifestaciones retóricas, la majestuosidad de la Liturgia católica que brilló con su más genuino esplendor.

La presencia del señor Arzobispo dio más brillantez al acto. En una homilía de gran profundidad religiosa plasmada con matices retóricos de gran altura y capacidad persuasiva, Fray Jesús, hijo del pobre y humilde Francisco de Asís, además de enaltecer sin triunfalismo la figura esencial del gran pescador de Galilea, de sus tres negaciones antes de que el gallo cantara dos veces y de su tristeza por las preguntas del Maestro sobre su amor y querer, pidió a la vez respeto y libertad para que los gijoneses naturales o no pudieron celebrar su fe y su tradición sin presencias espurias y exotéricas pancartas que querían su minuto de publicidad gratuita a consta de permanecer provocativas y altivas exhibiendo su particular forma comunista de intentar reprimir le fe religiosa de fieles y autoridades.

A nadie se le puede censurar que libremente y amparado en su conciencia, sea cargo púbico o no, a ejercer un derecho humano fundamental, como expresar libremente su fe, lo contrario pasa en las dictaduras de todo tipo. Como afirmó con solemnidad el párroco Don Javier Cuesta, quien tuvo una actuación brillante como máximo responsable de la ceremonia, la historia verdadera de Gijón está unida desde siglos al patronazgo del Pescador de Galilea, por lo tanto no se ha inventado nada nuevo que no pertenezca a las raíces profundas de Gijón, sin las cuales ni se entiende ni se ama al Gijón del alma que tanta emoción cantaba la señora alcaldesa, quien después del triunfo en Gijón de la coalición PP-FORO está más consolidada y menos acosada como regidora porque es estimada por muchos gijoneses bastantes más de los que sus adversarios piensan a quien por los visto sólo les une un laicismo negativo que nada tiene que ver con que las instituciones públicas sean aconfesionales como reconoce expresamente la actual constitución, quien regula la colaboración por el bien común de todos los ciudadanos., sin vetos y sin postureos altivos.

Fidel García Martínez, Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Romanica