Lectura cristiana de la actualidad, con el cardenal presidente de la CEE ? editorial ECCLESIA

Lectura cristiana de la actualidad, con el cardenal presidente de la CEE – editorial ECCLESIA

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Lectura cristiana de la actualidad, con el cardenal presidente de la CEE

Si siempre los discursos de los presidentes de la Conferencia Episcopal Española (CEE) en las aperturas de sus asambleas plenarias, nos ofrecen un amplio mirador de la realidad eclesial y social, el discurso del cardenal Ricardo Blázquez, en el comienzo de los trabajos de la Plenaria de este otoño, en la mañana del lunes 16 de noviembre (discurso íntegro en las páginas 6 a 11), en absoluto ha defraudado y ha marcado con clarividencia, oportunidad y sencillez algunos criterios claves para entender la actual situación de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad.

La Plenaria ha discurrido en los días inmediatamente posteriores a la nueva masacre del terrorismo yihadista, con epicentro, otra vez, en el corazón de Europa y de Occidente, concretamente en París, con un terrorífico y desolador saldo provisional de 129 fallecidos y unos trescientos heridos. Haciendo suyas las palabras del Papa Francisco (páginas 36 y siguientes), el presidente de la CEE, que el sábado ya había enviado un telegrama de condolencia al cardenal arzobispo de París, pidió, antes de comenzar su discurso, una oración y un minuto de silencio, por las víctimas y por la paz. Después, tras condenar "enérgicamente el atentado en serie", expresó su consternación y denuncia de que, además, en estas inicuas e inhumanas acciones se "utilice el nombre santo de Dios para justificar", lo que supone "una profanación, una blasfemia". Y es que, añadimos nosotros, no hay ni puede haber atisbo de explicación y menos aún de amparo o justificación. Estos crímenes son delitos de lesa humanidad y una ofensa gravísima a la civilización y a Dios.

En otro orden de cosas, el cardenal presidente de la CEE no obvió tampoco otra cuestión que ocupa y preocupa tanto a la sociedad española, incluida, por supuesto, la sociedad de Cataluña. Nos referimos, como es obvio, a la grave deriva soberanista institucional en nuestra recién citada comunidad autónoma. Retomando ideas y palabras textuales de la instrucción pastoral de la CEE, de noviembre de 2006, Orientaciones morales ante la situación actual de España, don Ricardo, desde la vigencia y necesidad de preservar y ahondar en los valores de concordia que hicieron posible la transición política en España y, por ello, desde el "espíritu de lealtad constitucional y de cristiana colaboración al bien común en un Estado de Derecho, como es el nuestro", señaló que "nos preocupa grandemente la grave situación creada por quienes, al margen y en contra de la ley, pretenden romper la unidad de España". Y añadió que "poner en cuestión, de manera unilateral, esta situación constitucional introduce inseguridad, inquietud, incertidumbre, riesgo de caos, división de la sociedad".

El presidente de la CEE alertó asimismo en su discurso ante "voces excluyentes del hecho religioso, especialmente de la fe católica en la vida pública y social". Pretensiones políticas que, "además de separarse del espíritu y letra de nuestro marco constitucional, que es aconfesional, manifiestan una clara tendencia al laicismo", en referencia a algunos comportamientos en distintos ayuntamientos de España, tema al que ya ecclesia dedicó dos recientes Editoriales (números 3.790 y 3.801). Ante esta situación, la clave, la "solución", la propuesta ha sido, es y seguirá siendo muy sencilla: independencia, separación, entre Iglesia y Estado, respetar y promover la realidad y los derechos ?entre ellos, claro, el de la libertad religiosa y la libertad educativa-, y, con palabras de monseñor Blázquez "vivir y convivir en esta sociedad respetando lealmente sus instituciones democráticas, reconociendo a las autoridades legítimas, obedeciendo las leyes justas y colaborando específicamente en el bien común".

La primera parte del discurso del presidente estuvo dedicada, como tampoco podía ser de otro modo, al Sínodo de los Obispos sobre la Familia. Más allá de que humildemente hemos de decir que nos satisface que nuestros Editoriales al respecto, se ajustan y se insertan dentro de lo expresado por el cardenal el lunes 16 de noviembre, querríamos hacer tres subrayados. El primero para volver a invitar a una lectura y comprensión de la reciente asamblea sinodal desde sus textos oficiales, que son los discursos del Papa y la relación final con 94 proposiciones. Segundo: no cabe ninguna duda de que el Sínodo ha situado a la Iglesia en una mayor línea, sintonía, búsqueda, impregnación e implementación de la misericordia. Y tercero: no caigamos en maniqueísmos, intereses o ideologizaciones, ni en ningún "angostamiento indebido".