En medio de tantas guerras, Romance del niño muerto, por Francisco Vaquerizo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En medio de tantas guerras, romance del niño muerto, por Francisco Vaquerizo Moreno
Os envío este romance para que tengáis un motivo de reflexión en estos últimos días del verano. Regresando de Corea del Sur a Roma, el Papa Francisco comentó "que el mundo está viviendo una tercera Guerra mundial a pedazos, no convencional, con un nivel de crueldad espantosa, debido a que afecta a mujeres y niños".
Hoy son dieciocho las guerras que salen en los medios. Una pena. Una vergüenza. Y un fracaso, porque toda guerra es siempre una derrota para la humanidad.
ROMANCE DEL NIÑO MUERTO
Cuando muere de hambre un niño
y nadie siente vergüenza,
en la catedral del cielo
guardan luto las estrellas,
el tiempo deja en las cosas
unas lágrimas de niebla
y se pone de rodillas
el ángel de la inocencia.
Cuando muere de hambre un niño
y nadie llora de pena,
inclinan su desencanto
los juncos de la ribera,
todos los ríos detienen
un momento su carrera
y hay un reguero de llantos
en el alma de las piedras.
Cuando muere de hambre un niño
y no cunde la tristeza,
se humedece el cristalino
corazón de los poetas,
palidecen los paisajes,
suspiran las sementeras
y en la copa de los árboles
mueve el viento la cabeza.
Cuando muere de hambre un niño
y no se para la guerra,
en la frente de las flores
se rompe la primavera,
el recuerdo gime bajo
la lluvia y una tremenda
ira recorre los versos
de los bíblicos poemas.
Cuando muere de hambre un niño
y el mundo no da la vuelta,
el Arte canta un responso
en la Acrópolis de Atenas
– ofician las nueve Musas
vestidas de penitencia ?
y en la Capilla Sixtina
los miguelángeles rezan.
Cuando muere de hambre un niño
y nadie nota su ausencia,
cunde la desconfianza
en las altas Conferencias,
en los Derechos del Hombre,
en los logros de la Ciencia,
en los Acuerdos de Roma,
de París o de Ginebra.
?Porque si puede morirse
de hambre un niño y no se altera
el pulso de los políticos,
el rigor de los ascetas,
el duende de los artistas
y el tono de los profetas,
¿para qué demonios sirven
los prodigios de la Técnica?