El pan envenenado de la pederastia y también de la manipulación ideologizada ? sumario Ecclesia

El pan envenenado de la pederastia y también de la manipulación ideologizada – sumario Ecclesia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Los peores fantasmas del pasado reciente, singularmente en el año 2010, acerca de la revelación de casos de pederastia perpetrada por eclesiásticos volvieron a asomar en nuestros horizontes el miércoles 5 de febrero. Fue con ocasión de la publicación de un informe del Comité de los Derechos del Niño, de Naciones Unidas, en su sede de Ginebra. Saltaron, sí, las alarmas y los sensacionalismos…

Después, al entrar en la letra y en la "música" del informe en cuestión, empezamos a entender que se trataba de un informe viejo y preconcebido, de un informe que pedía medidas de corrección que ya se habían tomado, y, ante todo, que el informe destilaba ideologización ?hasta sectaria-, ocultas y presumibles intenciones de desacreditar y se inmiscuía en principios de la moral cristiana sobre los que ni Naciones Unidas ni nadie podrá estar jamás legitimado a entrar.

La Santa Sede, desde que el informe de Naciones Unidas se hizo público, desplegó su capacidad de respuesta, de la que informamos en las páginas 32 y 36. El secretario de Estado, el nuncio ante la sede ginebrina de Naciones Unidas y el portavoz Lombardi se prodigaron en clarificaciones, notas y declaraciones. El denominador común de estos pronunciamientos era claro: estamos ante un texto escrito previamente y muy ideologizado. En el informe, no se tomaron en cuenta las respuestas escritas y orales dadas por los representantes de la Santa Sede" (ver ecclesia, número 3.711, páginas 35 y 36; y número 3.713, páginas 30 a 33). Además, dicho quedaba, Naciones Unidas reclama ahora medidas, que fueron adoptadas hace ya tiempo. El informe de la ONU se centra ?casi hasta se regodea- en casos del pasado ya juzgados, sentenciados y por los que la Iglesia no solo ha pedido perdón, sino que también ha pasado su propio "calvario". Y con palabras de Lombardi, se interfiere "en las posiciones doctrinales y morales de la Iglesia católica, dando indicaciones que implican evaluaciones morales sobre la contracepción y el aborto, o la educación en las familias, o la visión de la sexualidad humana, a la luz de una propia visión ideológica de la sexualidad".

Nada más lejano a nuestra voluntad que lanzar ahora críticas, por justas y justificadas que sean, ni a Naciones Unidas ni a nadie. No abundaremos tampoco en que la pederastia, execrable crimen, se da ?y hasta impunemente- en numerosos ámbitos de la sociedad, y que el porcentaje de casos demostrados en el seno de la Iglesia no afecta ni al uno por ciento de los eclesiásticos, porque, por ínfimo que este porcentaje sea, el delito es de tal gravedad ?más todavía para un cristiano, más aún para sacerdote o consagrado- que ni un solo caso debería haberse producido, ni deberá jamás retornar. Tampoco entraremos en hipotéticos pulsos, propiciados por Naciones Unidas, para ser, frente a la Iglesia católica, la referencia ética de la humanidad. No. No es este el camino.

El camino es el de la justicia. Y desde ella, desde la justicia, en primer lugar, hemos de reiterar, todas las veces precisas, que la pederastia es incompatible, de cabo a rabo, con el cristianismo. Que los abusos a menores son siempre un delito nefando, un insoportable escándalo, que clama justicia, reparación y prevención. Por ello, en segundo lugar, no hemos de cansarnos nunca en pedir perdón y en reconocer las culpas. Eso sí, las culpas, no las falsas imputaciones, ni las presunciones de responsabilidad.

Este camino para erradicar la lacra de los abusos sexuales a menores ha de recorrerse también a través de la prevención y de la máxima alerta. Y aquí, en la alerta, algo podemos sacar de bueno del informe de Naciones Unidas: que no cantemos victoria, que no bajemos la guardia, que no pensemos que toda aquella basura es ya solo cosa del pasado, que estemos, en suma, vigilantes para erradicar cualquier atisbo de vuelta ?dicho sea coloquialmente- a las andadas…

El 16 de enero, horas antes de la referida intervención del observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas en Ginebra, el Papa Francisco aludió en su homilía de la misa matinal en Santa Marta al tema. "Los escándalos ?afirmó- tuvieron lugar porque la Palabra de Dios era algo raro en esos hombres", que habían reducido la fe a costumbre, a comodidad y a poder. Y porque "en vez de dar el pan de la Vida, dieron pan envenenado".