El Príncipe de la Paz nos nace entre escombros de guerra

El periodista Mario Alcudia recuerda a las más de 20.000 personas muertas ya en la Franja de Gaza desde el inicio de este enfrentamiento

Mario Alcudia

Publicado el

2 min lectura

Esta semana, a través del excelente trabajo de nuestros compañeros de La Tarde de COPE, con Fernando de Haro al frente, hemos sido testigos de la durísima situación que se vive en la Tierra del Señor en estos días. El patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pizzaballa, recordaba en estos micrófonos a las más de 20.000 personas muertas ya en la Franja de Gaza desde el inicio de este enfrentamiento. Se refería de forma especial a la muerte de dos mujeres, Naheda y Samar, asesinadas por francotiradores junto a la parroquia de la Sagrada Familia, hace justo una semana, convertida en una especie de campo de refugiados con más de 750 personas, con cuyo párroco, seguro que has escuchado, el Papa mantiene contacto constante para seguir de primera mano lo que acontece y trasladar su cercanía y solidaridad a esta pequeña comunidad católica.

El purpurado recordaba además que estos días se ha renunciado a todos los eventos públicos en un contexto de guerra y de mucho dolor para todos. Será una Navidad de tono bajo, herida por tanto dolor, con solo las celebraciones litúrgicas para conmemorar el acontecimiento más importante para los cristianos, el nacimiento de Jesús.

Ante esta Navidad de luto y dolor que vivirá Tierra Santa sin peregrinos, sin celebraciones, desgarrada por la guerra, el Papa invoca la cercanía de todos que expresamos en oración y en ayudas concretas, porque como decía Francisco en sus redes sociales estos días, “no queremos dejarles solos. El sufrimiento de Belén es una herida abierta para el mundo entero.”

La ayuda que les hacen llegar desde todo el mundo junto a la oración de todos nosotros que les traslada el Papa, dice el padre Gabriel Romanelli, llenan de fuerza y esperanza a una comunidad que, en tiempos de guerra, sigue más unida que nunca. Cuenta, además, que en la celebración de cada Eucaristía, en el silencio de la Adoración o en el rezo del Rosario intentan poner el corazón en las cosas del cielo y por cada bomba que resuena, elevan una oración a Dios para que acoja las almas de esas pobres víctimas. Esta Navidad, al Niño Jesús que volverá a nacer, bajo los escombros de la castigada tierra de Cisjordania le pedimos, como Príncipe de la Paz, que nos dé la Paz que solo puede venirnos de lo Alto.