La reina Isabel, la Católica, promotora de la unidad de los reinos de España (2ª versión)

La reina Isabel, la Católica, promotora de la unidad de los reinos de España (2ª versión)

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Con motivo del primer capítulo de la serie televisiva, Isabel, que la Televisión Española nº 1 dio ayer noche, ofrezco a los lectores de Ecclesia Digital su extraordinaria biografía, llena de éxitos y satisfacciones políticas, pero tambien de lágrimas, dramas y tragedias familiares. La reina Isabel de Castilla fue una mujer religiosa, firme y convencida, una excelente madre y esposa y una sabia y hábil política, forjadora y promotora de la unidad de los reinos de España.

Isabel es hija de Juan II, rey de Castilla y de su segunda esposa, la reina Isabel, nieta del rey Juan I de Portugal. Nace el 22 de abril de 1451, en Madrigal de las Torres (Ávila). Su madre, desequilibrada mental, ocasiona a su padre, el rey Juan II, grandes problemas y disgustos. Por sus intrigas y discordias el rey condena a muerte y ejecuta a su valido y más íntimo colaborar, Álvaro de Luna, lo que le producirá una profunda tristeza y depresión falleciendo a consecuencia de ello en 1454.

Le sucede su hijo primogénito Enrique IV quien casa, en segundas nupcias, con Juana, hija del rey Duarte de Portugal, de la que nace, en 1462, Juana, llamada la Beltraneja, al atribuirle los nobles castellanos su paternidad a Beltrán de la Cueva, paje del rey, a quien consideran impotente. El rey Enrique IV deja su gobierno en manos de su valido Beltrán de la Cueva y se enfrenta a los nobles y prelados castellanos, dando lugar a una profunda anarquía política y una serie de guerras civiles.

En 1465, los nobles castellanos proclaman en Ávila heredero del reino de Castilla al infante Alfonso, hermano del rey Enrique IV, el Impotente. Se desencadena una guerra civil entre Beltrán de la Cueva y los citados nobles, a los que derrota, en 1467, en Olmedo. Al año siguiente, muere el infante Alfonso, al parecer envenenado. En 1468, los nobles castellanos se sublevan en Segovia y ofrecen la Corona del reino de Castilla a su hermana, Isabel, quien la acepta como heredera a la muerte de su hermano el rey Enrique IV.

Juan de Pacheco, marqués de Villena, persona de confianza real, manifiesta al rey Enrique IV que los nobles sublevados están dispuestos a someterse, a cambio de que nombre heredera suya a su hermana, Isabel, propuesta que acepta. Ambos hermanos, Enrique IV y Isabel firman el Tratado de los Toros de Guisando (Ávila), por el cual Isabel queda instituida heredera del reino de Castilla.

En 1469, Isabel contrae matrimonio con Fernando II, heredero del reino de Aragón contra la voluntad de su hermano, el rey Enrique IV, que la había prometido al rey de Portugal. Isabel, según escribe Colmenares: "era de mediana estatura, bien compuesta, de color blanco y rojo, ojos entre blancos y azules, de alegre y severo movimiento, todas las facciones de su rostro eran de hermosa proporción y su habla y acciones de natural agrado y brío majestuoso".

En vista de ello, el rey Enrique IV anula el Tratado de Guisando en 1470 y fallece 1474. Su hermana, Isabel es proclamada reina de Castilla. Se desata una nueva guerra civil por la sucesión a la Corona del reino de Castilla entre los partidarios de Juana la Beltraneja y los partidarios de Isabel y Fernando, venciendo éstos. En 1479 ambos contendientes firman un tratado por el cual ponen fin a la lucha dinástica de Castilla, los partidarios de Juana, la Beltraneja, son perdonados y ella ingresa en el convento de Clarisas de Coimbra, donde permanecerá hasta su muerte en 1530, considerándose reina de Castilla.

Terminada la guerra, Isabel emprende, en compañía de su esposo Fernando, una política de unidad centralizadora de su reino de Castilla por medio de la Santa Hermandad y de la Chancillerías de Valladolid y A Coruña, persiguiendo y juzgando a delincuentes y combatiendo la anarquía medieval de los nobles a los que somete e incorpora a su Corte. En el 1486, la reina Isabel, en compañía de su esposo, el rey Fernando, visita Galicia, venera el Santo Milagro del Cebreiro, manda restaurar la hospedería del cenobio benedictino, lo agrega a la Congregación Benedictina de Valladolid y prosigue su viaje a Santiago de Compostela para venerar el sepulcro del apóstol Santiago.

Isabel y Fernando, llamados los Reyes Católicos, crean el Tribunal de la Inquisición para perseguir a los falsos conversos y fortalecen a las Órdenes militares para defender el territorio conquistado a los moros. En 1492, conquistan el reino moro de Granada. Expulsan a los judíos y moriscos. Definen y unifican el valor de la almoneda y fomentan una política comercial proteccionista. Forman y construyen el Estado Unitario de España, y personalmente, la reina Isabel financia el descubrimiento de las Indias (América) llevado a cabo por Cristóbal Colón.

La reina Isabel de Castilla tiene de su matrimonio con el rey Fernando II de Aragón cinco hijos: Isabel, primogénita, Juan, Juana, Maria y Catalina, que casan con diversas casas reales europeas. En 1490, la infanta Isabel casa con Alfonso, heredero del reino de Portugal, que fallece al poco tiempo. Contrae segundas nupcias con el rey de Portugal, Manuel I, en 1497, falleciendo ella en 1500. En este mismo año, la infanta María casa con su cuñado, el mencionado viudo rey portugués.

El príncipe Juan, de constitución débil, casa con Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano de Habsburgo, muriendo en el mismo año. La infanta Juana, llamada la Loca por sus desequilibrios mentales, casa con el príncipe Felipe, heredero del citado Emperador y señor de Flandes (Países Bajos). En 1501, la infanta Catalina casa con el príncipe Arturo, hijo del Enrique VII, rey de Inglaterra, que fallecido, casa en segundas nupcias con su hermano, Enrique VIII, que la repudiará por no darle un hijo varón.

La tristeza de vida de su padre, el rey Juan II, la locura de su madre, la reina Isabel, la impotencia física de su hermano, el rey Enrique IV, las guerras civiles entre hermanos, la muerte de su joven hermano Alfonso, y las muertes de sus jóvenes hijos, Isabel, Juan, llenaron de contrariedad y de pena a la reina Isabel. Pero, la locura de su hija, Juana, heredera de los reinos de España, y sus celos y amor obsesivo y apasionado por su esposo Felipe, el Hermoso, le causaron un profundo sufrimiento, que unido a su lastimosa y delicada salud, le aumentaron su dolor y le aceleraron su muerte.

Muy preocupada por el estado de locura de su hija Juana y de la conducta de su yerno, Felipe de Austria y Borgoña, y muy enferma con grandes dolores y sufrimientos, hace testamento, donde deja heredera del reino de Castilla a su hija Juana, con la cláusula: "pero si no quisiere o no pudiere entender en la gobernación, Fernando, su marido, será el encargado de gobernarlos hasta que su nieto, Carlos, cumpla veinte años".

A los pocos días de hacer testamento, la reina Isabel de Castilla moría el 26 de noviembre de 1504, en Medina del Campo, a los 53 años de edad. Sus restos mortales son traslados a Granada, la ciudad de sus amores, donde descansa junto a su marido el rey Fernando de Aragón.

José Barros Guede.

A Coruña, 11 de septiembre del 2012