Reyes de cartón
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Reyes de cartón
Ayer fue un día de aprendizaje, pasé parte de la jornada en casa de Jesús y Angelines, con sus hijos Pablo y Miguel. Nos acompañaron también Álvaro, Carmen y Nando. Fue un compartir agradable y enriquecedor. El más activo y dicharachero fue Pablo y quiso tenerme como interlocutor principal, me hizo sentir importante, quedando siempre claro que la casa era suya, pero que podría ir a su fiesta de onomástica y llevarle "sólo" un regalo.
Me reveló todas sus riquezas y tesoros: sus juguetes, su habitación, sus libros, su triciclo… lo que era su mundo y su ambiente, y deseaba que le acompañara al parque de la hormiga donde estaban los columpios que tanto le gustan. Pero lo que me reveló como el secreto, todavía no acabado, fue la cocina que estaban construyendo su mamá y él. Todo un haz de cajas de cartones que van siendo colocadas ordenadamente y dando figuras de los complementos bien medidos y construidos, propio de una cocina bien amueblada: mesa, microondas, frigorífico, lavadero, cocina… completísima. Los fuegos, incluso, eran cds reciclados en buen uso que nos mostraban los cuatro puntos posibles de calor. Me fue mostrando la vida y la realidad de esa cocina inacabada e imaginaria, lo hizo con una maestría inigualable, hasta hizo los gestos de dolor propios del que se quema al tocar los fuegos, para indicarme que era aquello que yo podía desconocer sobre aquel cuadrado bien articulado. Mi propia imaginación fue abierta con ternura por sus posturas e indicaciones, quedé prendado y prendido por la ilusión que estaba suponiendo para él este mundo imaginario que era el más real de los mundos que puede haber en su mundo de vida infantil.
Y en esta tarde, cuando la mayoría de la gente que comunican conmigo, me dicen que están de compras como algo propio de las vísperas de la festividad de los Reyes Mayos, yo recuerdo a Pablo y a su madre Angelines, y les pido a los Reyes un mundo real de cartón, de los que se imaginan y se crean a las vez que se sueñan. E imagino que la Epifanía viene cargada de unos fuegos que queman como los de esta cocina de cartón en el corazón de la humanidad y que cumple deseos y sueños de los que habitan en el corazón de este papa anciano, como es Francisco. Fuegos de misericordia, bendición, justicia e igualdad, y pido que me quemen en las entrañas, como Pablo se quemó ayer.
Imagino esa Iglesia con puertas muy frágiles que se abren con mucha facilidad porque quiere ser una Iglesia en la que se pueda entrar y salir con mucha facilidad, porque nadie ata ni reprime, donde se enseña a volar muy alto con vuelos muy distintos y bellos. Y ahí, en ese espacio abierto, quiero cocinar a mano a mano con todos los hermanos bautizados y hombres de buena voluntad guisos que multipliquen dignidad y justicia para todos, especialmente a los más pequeños. Una Iglesia inacabada e imperfecta porque necesita más manos y más ideas, que aún no está pintada porque intentamos fabricar el color de la esperanza y de la ilusión, y dicen que hay colores fuera que tienen ese tono y que están dispuestos a adentrarse para hacer un arco iris de verdad y de paz, como le gustaba al Maestro de la vida.
Y no deseo salir de compras, porque ya quiero lo que Pablo quiere: la cocina imperfecta de cartones porque es la más real, la más suya, la más auténtica. Yo también quiero un ministerio real, mío, auténtico… y eso lo pido. Pero, sobre todo, quiero seguir haciéndolo con todos vosotros los que me permitís compartir vuestras vidas y queréis y cuidáis también la mía. Y me siento más Melchor que nunca, me abrazo a Gaspar como a un hermano que sabe de justicia, y me postro ante Baltasar porque sé que nadie como él cocina la igualdad y la fraternidad. Y sí, sé que estos Reyes son de verdad?
José Moreno Losada. Sacerdote de Badajoz