Rubén Darío y Miguel de Cervantes: Unidos por el Hidalgo de la Mancha, por Fidel García Martínez
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Rubén Darío y Miguel de Cervantes: Unidos por el Hidalgo de la Mancha
Rubén Darío es el gran poeta que transformó la lírica y la libró de la mediocridad del realismo y naturalismo de finales del Siglo XIX.
Con el modernismo de Rubén Darío la poesía española alcanza una de sus grandes cimas, junto con San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Calderón. Pero Rubén Darío está muy unido en este año 2016 que se celebra el primer centenario de su muerte, con el autor de la novela más universal El Quijote, de cuyo autor verdadero, Miguel de Cervantes, se conmemora este año 2016 el IV Centenario de su muerte. Ambas efemérides están siendo casi olvidadas por la desgraciada situación de España, sometida a la ambición de unos políticos que sólo se preocupan por la erótica del poder; una España en la que la corrupción y la política ahogan cualquier otra inquietud, cuando no se mofa de las manifestaciones culturales más profundas y sagradas.
Rubén Darío era una gran admirador de Miguel de Cervantes a quien señala como uno de sus escritores preferidos junto con Quevedo, Teresa la Santa, Lope y Garcilaso (?), y al que describe: como el gran Don Miguel de Cervantes Saavedra, genio y manco. En su poemario más genial y más auténtico, Cantos de Vida y Esperanza en el que se sustituye el espíritu y la riqueza decorativa de Prosas Profanas, por una entusiasta afirmación de lo hispánico, se encuentra el famoso poema Letanía de nuestro Señor Don Quijote, síntesis perfecta de los valores formales y espirituales de la obra de Rubén Darío: su religiosidad, su filosofía existencial, su valores políticos y sociales. Rubén Darío no idolatra ni adora a don Quijote como los mitómanos; es un católico esencial, aun con sus dudas y sus noches, sabe muy bien lo que es la letanía y el rosario, como se prueba porque murió con él entre sus manos. Fue un devoto de la Virgen María de ahí la repetición en las estrofas del: ruega por nosotros (pro nobis, hora). El gran problema social y cultural de la España de su tiempo, es como el actual pero hoy más agravado. La denuncia de los males es contundente cuando opone las grandes virtudes de Don Quijote a quien suplica que ruegue por nosotros ante una España: sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote, sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios. Además le suplica que nos libre de los superhombres de Nietzsche, porque él es: generoso, piadoso, orgulloso, casto, puro, celeste y animoso. Don Quijote encarna todos los ideales que han hecho de España madre, no madrastra como pretenden los seguidores españoles de la leyenda negra, de la
América ingenua que tiene sangre indígena/ que aún reza a Jesucristo/ y habla en español/ Para Rubén Darío Don Quijote es el caballero errante de los caballeros, el rey de los hidalgos, par entre los pares, porque el divino lunático de don Miguel de Cervantes fue el primero que pasaba entre las dulces estrellas de su sueño jinete en el sublime Pegaso Clavileño ( Rocinante). Hoy Rubén Darío firmaría igual que cuando vivía estos versos.
Fidel García Martínez, Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Románica