Santa Cecilia: de Mozart a Handel
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Santa Cecilia: de Mozart a Handel, por Fidel García Martínez
Si algunos meses del año son referentes obligados para disfrutar de la música clásica católica por excelencia, esos son Noviembre y Diciembre. Noviembre es mes de los que han fallecido y son recordados como fieles difuntos que esperan la resurrección de la carne porque las almas son inmortales.
Todos las composiciones sobre el tema están sintetizadas en la Misa de Requiem y centradas especialmente en la famosa secuencia del Dies illa Dies Irae. No ha existido compositor que no haya plasmado su particular interpretación de esta genial música gregoriana, dando de ella versiones opuestas; basta recordar la versión de Verdi o la de Mozart. La del primero es una versión operística y efectivista típicamente romántica en su concepción musical con poco espacio la meditación sobre la muerte y las postrimerías juicio, infierno o gloria. El Requiem de Mozart es una de las cumbres de la música universal no sólo por su insuperable perfección formal, sino por su profundidad y por la sincera piedad alejada de toda tendencia melodramática. Mozart compuso su Requiem en circunstancias personales dramáticas, ahogado por pobreza y la enfermedad hasta del punto que no lo pudo concluir tal como la había planeado. Pero lo que nos dejó revela una piedad humilde, confianza sincera como en Rex tremendae majestatis (…), Recordare Jesu pie (?) o en el potente y desgarrador Confuntatis maledictis (?) que estremece y conmueve. De los músicos vivos es el letonio Arvo Pärt, reciente premio Ratzinger quien con su heterodoxo y rompedor Da Pacem mejor ha celebrado con música la Misa de Requiem.
La otra gran pieza es el Mesías de Handel. Se suele interpretar en el mes de Diciembre, por Navidad, con su espectacular y dinámico For unto as a child is born (?). El tiempo más propicio es Pascua de Resurrección, no sólo por el grandioso y espectacular ALLELUIA, la parte más conocida y cantada en cualquier ocasión y por cualquier motivo, con el que concluye la II Parte de la Pasión, sino porque sus más lograda parte es la III toda ella centrada en el triunfo del Cordero quien se ha constituido en Señor de la Historia de la Salvación. Un momento cumbre es sin duda cuando el coro culmina la obra con el grandioso WORTY IS THE LAMB (?) que se cierra con un Amen apoteósico de mayor complejidad musical que el mismo ALLELUIA y que provoca en los que lo escuchan emoción desbordada. El Mesías es una obra coral, las partes que canta el coro las más sublimes y espectaculares.
Fidel García Martínez