El verdadero ecumenismo se hace camino al andar

El periodista Mario Alcudia reflexiona sobre la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que celebramos estos días

Mario Alcudia

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Desde el jueves y hasta el 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo, estamos celebrando la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, este año con el lema ‘Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo’ frase tomada del Evangelio de san Lucas… Los cristianos de Burkina Faso, país de mayoría musulmana recordemos, han propuesto como tema de reflexión para este octavario la parábola del buen samaritano, en la que Jesús explica en qué consiste amar al prójimo.

Nos recuerdan nuestros obispos esa expresión del Papa de ser hospital de campaña; todo para superar esos prejuicios tratando de potenciar y dar pasos hacia la anhelada unidad deseada por el propio Cristo.

Francisco dedica su intención de oración de este mes a este asunto. Nos propone rezar para reconocer la variedad de carismas dentro de la Iglesia como un don de Dios y no como un motivo de conflicto. Para avanzar en el camino de la fe, dice, necesitamos el diálogo ecuménico con nuestros hermanos de otras confesiones. Y es que la diversidad no es algo que confunde o que molesta sino un regalo que Dios hace a la comunidad cristiana para que crezca como un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo.

En esta misma línea tenemos siempre muy presente la Encíclica “Ut unum sint” de san Juan Pablo II quien decía que la legítima diversidad no se opone de ningún modo a la unidad de la Iglesia.

Otro de los aspectos esenciales en este octavario es reconocer, como nos dice el Papa, que la unidad no es el resultado de nuestros esfuerzos humanos o el producto de la diplomacia eclesiástica, sino un don del cielo, del Espíritu Santo.

Lo cierto es que para lograr avanzar en este camino tenemos que conocernos mejor. La cooperación, el diálogo y la oración conjunta que se ponen de manifiesto en esta Semana son pequeños pero importantes pasos hacia la unidad. Todo para que como dice Francisco en Fratelli Tutti, seamos capaces de amar y traspasar todos los prejuicios, sintiendo el dolor de la división e iluminándonos para hallar esos caminos de encuentro en ese deseo de lograr la comunión en la fe.