Un viaje a Tierra Santa (Capítulo Sexto)

Un viaje a Tierra Santa (Capítulo Sexto)

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Un viaje a Tierra Santa (Capítulo Sexto)

Capítulo Sexto

En Jericó contemplamos el Monte de las Tentaciones, desértico y abrupto con enormes precipicios que impresionan por su altura, soledad, dureza y riesgo de vida. Según la tradición cristiana fue donde Jesús de Nazaret ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches y fue tentado por Satán al que venció y dominó. Desde Jericó subimos a Jerusalén en autobuses por la carretera antigua, muy empinada, estrecha, montañosa y desértica con grandes desfiladeros y barrancos, recordando el camino que Jesús de Nazaret hacia desde Galilea a dicha ciudad.

Durante su trayecto encontramos a beduinos con sus rebaños de cabras y ovejas, que nos invitaban a montar en unos borricos mediante un donativo, y pudimos divisar diversos monasterios ortodoxos griegos, de muy difícil acceso. Los beduinos viven en tiendas de tela, mudándose de un lugar al otro, buscando pastos para sus animales. Su vida y cultura me recordaban a la que los grandes patriarcas bíblicos llevaban antiguamente.

Llegados al Monte Scopus en Jerusalén, nos bajamos de los autobuses y desde una explanada contemplamos dicha ciudad a la caída de la tarde. La panorámica que ofrecía desde aquí era de una meseta de 800 metros sobre el nivel del Mar Mediterráneo entre montañas, laderas, estrechos valles, desfiladeros y barrancos, compuesta de dos ciudades, una antigua de piedra y llena de historia, y otra moderna con calles y edificios, hoteles y negocios. Nos alojamos en un hotel moderno y funcional de estilo americano. Cenamos y a continuación fuimos a ver una función de cantos y bailes de ritmo judío árabe y con sonido y melodía rusa en el teatro Principal.

Al día siguiente, después de desayunar en dicho hotel, nos trasladamos al Monte de los Olivos, que tantos hechos y recuerdos tiene de de Jesús de Nazaret. Desde él hay una hermosa e interesante vista panorámica de la ciudad vieja amurallada. Se halla en la parte oriental de Jerusalén, cuya altitud máxima es de 1.025 metros y habitado por jordanos y palestinos. Fue un lugar estratégico de guerras y luchas para conquistar la ciudad vieja de Jerusalén de la que se halla separado de la por el valle de Cedrón.

En el Monte de los Olivos vistamos la basílica de la Eleona, regida por religiosas carmelitas francesas. Según la tradición cristiana, que se remonta al siglo XII, fue aquí donde Jesús de Nazaret enseñó a rezar el Padre Nuestro a sus discípulos. Hoy día, en el interior del claustro de dicho monasterio se encuentra el Padre Nuestro escrito en distintas lenguas, entre ellas, en gallego. En la cima de dicho monte contemplamos capilla, llamada de la Ascensión, en forma octogonal, de la época de los Cruzados en el siglo XII, desde donde Jesús de Nazaret subió a los cielos, según la tradición cristiana.

Bajando en la ladera occidental contemplamos el famoso valle de Josafat, lleno de sepulturas, todas uniformes de piedra bien labrada y con lápidas y escrituras, y el antiquísimo mausoleo de Absalón, que el rey David mandó levantar en recuerdo de su muerte, siendo hijo suyo, a pesar de guerrear contra él. Los judíos creen que los enterrados en el valle de Josafat serán los primeros en resucitar al final de los tiempos.

Un poco más abajo encontramos el Huerto de Getsemaní, donde Jesús de Nazaret fue entregado por el traidor Judas Iscariote y detenido por los guardias de los Sumos Sacerdotes, la Iglesia de Todas las Naciones y la capilla del Dominus Flevit, donde lloró ante su inmediata y cruel muerte que iba padecer, siendo inocente y justo. En el fondo del todo se halla el valle del Cedrón que se extiende a lo largo de la parte oriental de las murallas de la Ciudad Vieja.

Cerca del Huerto de Getsemaní, vistamos el templo llamado de la Tumba de María. Según una vieja tradición cristiana aquí fue enterrada María, madre de Jesús de Nazaret, por los apóstoles. Dicho templo actual de estilo moscovita fue construido por el zar Alejandro III de Rusia en el año 1888 sobre otro del siglo V.

José Barros Guede

A Coruña, 22 de junio del 2015