Baldomero Iñigo Leal
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
El pasado 4 de mayo nos dejó quien, durante un tiempo, lo fue todo en la microbiología enológica española: Baldomero Iñigo Leal. Baldo, para la familia y los muy cercanos, Iñigo, para quienes fuimos sus compañeros en el extinto Instituto de Fermentaciones Industriales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del que sería director desde 1987 a 1991, Profesor Iñigo para el mundo enológico…
Nació en Espartinas, localidad situada en pleno corazón del Aljarafe sevillano, en 1926. De familia piadosa, heredó de ella la fe y la relación con el pan y el vino, alimentos fermentados por excelencia, debido a la panadería y bodega familiares.
Siempre fue muy religioso, tanto que a los nueve añitos ya era ya monaguillo, y no dudaba en decir al ser preguntado que quería ser cura. En varias ocasiones, ya de mayor, hablamos de ciencia y fe, y siempre me dijo que jamás había tenido problema alguno en conciliar en su vida ambos aspectos del conocimiento.
Se licenció en Farmacia en 1949 con sobresaliente y Premio extraordinario, y obtuvo el título de Doctor en Farmacia en 1954 dirigido por el insigne jerezano Prof. Dr. Manuel Lora Tamayo.
Pero a lo que dedicó su vida científica fue a la microbiología enológica, continuando la labor de Juan Marcilla, quien institucionalizó dicha disciplina y señaló la necesidad de estudiar las levaduras espontáneas de los vinos españoles, algo que hizo Iñigo con su grupo, no sin antes aprender lo necesario con el Prof. Tomasso Castelli en el Istituto di Microbiologia Agraria e Tecnica dell’Universita di Perugia, constituyendo el conjunto de la labor y los medios lo que yo he llamado varias veces ya aquí en SeVi Escuela de Madrid de Microbiología Enológica.
La aplicación de los conocimientos generados culminó con la aparición del primer Vino Ecológico español, con bajo contenido en sulfuroso gracias al estricto control microbiológico de la vinificación mediante fermentación controlada con levaduras autóctonas. Fue Iñigo quien metió la microbiología enológica en el CSIC.
Sus patentes, conferencias, capítulos de libro… se cuentan por decenas, mientras que sus artículos científicos por centenas. Dirigió once tesis doctorales y otras tantas de licenciatura. De las primeras, a destacar la de David Vázquez sobre microbiología de la sidra asturiana, y la de Jose Antonio Suárez Lepe sobre fermentación alimentaria. Ambos fueron muy importantes en los ámbitos de la biología molecular y enología española respectivamente. Con el Prof. Dr. D. Suárez Lepe, sin duda su alumno aventajado y más insigne sucesor, escribió su obra magna ‘Microbiología enológica. Fundamentos de Vinificación’. Además de ocupar importantes cargos de gestión de la investigación científica, desempeñó la docencia en la Escuela Superior de Cerveza y Malta, en la Escuela Nacional de la Vid e Industrias Derivadas y en el Máster de Viticultura y Enología de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid, dirigido por su discípulo el Prof. Suárez Lepe.
Recibió en 1963 el Premio Juan de la Cierva, en 1969 la Encomienda de Alfonso X El Sabio y el Premio Individual de Investigación CSIC, en 1986 la Medalla de Oro al Mérito Enológico por la Asociación Nacional de Enólogos, en 1987 el nombramiento de Cónsul de Almendralejo, en 2000 la Medalla de Oro al Mérito en la Investigación Enológica 2000 de la Federación Nacional de Asociaciones de Enólogos a título individual y en 2007 a título colectivo, por recibirla el Instituto de Fermentaciones Industriales del CSIC (Madrid) a toda una trayectoria: probablemente el único que tenga tres medallas de oro en el ámbito de la enología española.
Ya en su retiro, después de su jubilación Baldomero, vuelve a Espartinas —que le dedica una calle— para terminar sus días en su querido Aljarafe. ¡Descansa en paz, Baldomero, con tu queridísima Conchita!.