María Teresa Ruiz Alcón

Una de las artífices de los inventarios científicos de Patrimonio Nacional, que proyectó su fe hacia los demás a través de Acción Católica

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Alfonso V. Carrascosa

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María Teresa Ruiz Alcón (1922-2019), segoviana de nacimiento pero madrileña de adopción, fue una de esas mujeres que, al finalizar la Guerra Civil, licenciadas en Filosofía y Letras y más tarde doctoradas, se encargaron de catalogar e inventariar todos los bienes y sus colecciones. Maria Teresa fue desde 1954 trabajadora de Patrimonio Nacional y desde 1974 responsable del Tesoro Artístico para más adelante, en 1982, ocupar el puesto de Jefe del Servicio de Conservación hasta su jubilación en 1986.

Fue en el desempeño de este cometido cuando muchas exposiciones y catálogos vieron la luz de su mano, iniciando una etapa prometedora de apertura del Patrimonio Nacional y sus fondos. De esta forma, la divulgación científica y la colaboración con instituciones culturales nacionales e internacionales alcanzaron una nueva dimensión y proyección.

Pionera en su profesión, pudo transmitir sus conocimientos a nuevas generaciones de conservadores, siendo una referencia muy importante en los estudios de artes decorativas, pintura del siglo XVIII, escultura, y cristal, entre otros. Hay que destacar los trabajos de investigación y estudio sobre el Palacio Real de Riofrío, publicados por esta Institución.

La divulgación ocupó buena parte de su vida profesional, siendo esencial su papel en la revista Reales Sitios, a través de sus artículos, que han quedado como referencia esencial para la comunidad científica. Fue responsable de todos los inventarios topográficos y catalogación de las colecciones artísticas del Patrimonio Nacional, incluyendo los Reales Patronatos. Entre sus publicaciones cabe destacar las primeras guías de los Monasterios de La Encarnación y Las Descalzas Reales, y los primeros estudios de la Fábrica de Cristales de La Granja.

Una gran mujer de Acción Católica que puso sus conocimientos al servicio de la Iglesia, miembro de la Academia de San Dámaso, que asesora a la diócesis en patrimonio artístico. Mujer de una gran formación. Conoció a grandes personalidades en una época en que las mujeres todavía no estaban del todo incorporadas al trabajo; desde el principio se hizo valer siendo reconocida y querida.

En 1961 fue designada para representar a la Acción Católica en el Congreso de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas. Además, participó y dirigió ADUE, la primera asociación de mujeres universitarias. Trabajadora incansable y comprometida con la Iglesia y su patrimonio, viajó por todo el mundo tanto con la Acción Católica, como por trabajo y formación. Su legado permanece en Patrimonio Nacional y parte de su biblioteca ha quedado en el Museo Catedral de la Almudena.