Anselmo Polanco

Forma parte del grupo de civiles desarmados asesinados por el ejército del Frente Popular. Hoy, día de su muerte, se celebra su conmemoración litúrgica

Anselmo Polanco

Alfonso V. Carrascosa

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Una buena biografía de don Anselmo es la de Isacio Rodríguez Rodríguez OSA, agustino como él . Queriendo o sin querer, nos han hecho creer que la ciencia es solo lo relacionado con las ciencias naturales (biología, química, física…), y no es así ni mucho menos, al menos en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde hay centros de investigación científica tanto en ciencias experimentales como en ciencias humanas y sociales, habiendo científicos cuya formación es la filología o ciencia que estudia el lenguaje, la historia, la filosofía, etc., que son tan científicos o más que los otros.

También hubo en el CSIC un centro de investigación de dicado a la teología, el Instituto Francisco Suárez, tal vez el primero fundado en el ámbito civil de la historia de España, y otro dedicado a la historia de la Iglesia, el Instituto Enrique Flórez, ambos eliminados.

El beato Anselmo Polanco (1881-1939), declarado por san Papa Juan Pablo II mártir el 2 de julio de 1994, y beatificado por él mismo el 1 de octubre de 1995, fue asesinado el 7 de febrero de 1939, poco antes de que terminara la Guerra, cuando ya no hacía ninguna falta, testimonio inequívoco del odium fidei. Sus captores lo mataron en Pont de Molins, Gerona, cerca de la frontera con Francia. En el lugar, se levantó un monumento con la siguiente inscripción: «Caminante, por aquí huyó la furia roja, dejando como huella de su paso cuarenta mártires. Piensa en ellos con una oración».

Era un cura culto, testimonio de conciliación ciencia-fe y, por tanto, peligroso. Como señala Isacio Rodríguez, Trasladado al Monasterio de La Vid (Burgos) en septiembre de 1902 para el estudio de la Teología, recibió el presbiterado el 17 de diciembre de 1904. Concluida la carrera eclesiástica en 1905, fue destinado a Alemania para que aprendiera el idioma y se graduara, pero al cabo de un año los superiores lo llamaron para que se dedicara a las ciencias sagradas en España. Lo hizo primero en Valladolid en materias humanísticas (1906-1913) y después en La Vid en las teológicas (1913-1923), y en esta escalonada docencia fue ganando los títulos de pasante (1907), lector (1909), regente (1916) y maestro en Teología (1921), que conjugó con otras responsabilidades, como pedagogo de estudiantes y maestro de novicios.

Lo mandaron a Manila, en julio de 1932, donde se celebraron los comicios en los que salió elegido prior provincial (1932-1935), que abrió con una circular en la que invitaba al exacto cumplimiento de la legislación canónica y constitucional para afrontar aquellos tiempos difíciles, en los que debía velar por más de seiscientos religiosos presentes en Asia, Hispanoamérica y Europa. Fue consagrado obispo en la iglesia agustiniana de Valladolid el 24 de agosto de 1935. El 7 de octubre se puso en camino hacia Teruel y al día siguiente tuvo lugar la entrada oficial en la ciudad. El 14 de marzo de 1937 publicó una vigorosa exhortación pastoral, siendo uno de los primeros prelados que tuvo el coraje de dar a la luz un documento de este género, que fue preludio de la conocida Carta pastoral del episcopado español, fechada el 1 de julio de 1937, en la que se apoya el levantamiento militar y se da razón de las causas que justificaban tal decisión. Por esto se le ha calificado como “Mártir de la Carta colectiva, pues por haberla firmado y no haberse retractado, nunca fue liberado y por ella murió”

Fue apresado tras la conquista de Teruel y mantenido cautivo, resistiéndose las autoridades militares a liberarlo a pesar de las múltiples gestiones efectuadas. Su cadáver apareció con un disparo en la cabeza y parcialmente quemado. Su producción literaria se limita a dos breves escritos en la revista agustiniana España y América y a sus exhortaciones y cartas pastorales publicadas en el Boletín Oficial Eclesiástico de las Diócesis de Teruel y Albarracín: se preparó al más alto nivel intelectual para tener capacidad de investigación, pero lo dejó todo para dedicarse a los demás en el servicio pastoral encomendado por la Iglesia Católica y la Orden de san Agustín. Otro ejemplo más de que ciencia y fe católica no son incompatibles, así como de que hay cosas más importantes que hacer que investigar.

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