Centenario Manjón

Hoy presentamos el perfil del promotor de una nueva pedagogía de la enseñanza ligada a la Evangelio

Centenario Manjón

Alfonso V. Carrascosa

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Este cura burgalés desarrolló una renovación pedagógica confesional católica en la que algunos expertos ven la actividad pionera en España de la Escuela Nueva, adelantándose a las Escuelas al Aire Libre de la Europa de principios del siglo XX. Sin embargo alcanzamos el centenario de su fallecimiento siendo un perfecto desconocido ¿por qué? Pues por ser católico practicante y cura, todo ello conjugado con las más altas conquistas académicas.

Fue de familia pobre, pero dotado de gran inteligencia. Pronto se preocupó por él un tío suyo, Domingo Manjón, que lo rescató de la penosa escuela rural de la época Isabelina a la que la madre de Andrés, huérfana desde temprana edad y al cuidado de su marido en penosa enfermedad y de sus cuatro hermanos, no dudó en enviarlo aun en sacrificio propio. Llegaría a decir de ella Manjón ‘Una santa sin ruido’…por su abnegada vida y piedad cristiana. De los estudios en seminario pasó a la universidad, donde se llegó a doctorar en Derecho Civil y a desarrollar una carrera docente universitaria, pasando de profesor interino en la Universidad de Valladolid y auxiliar de cátedra en la de Salamanca, a catedrático de Derecho Canónico de la Universidad de Santiago de Compostela primero, y finalmente de la Universidad de Granada, compaginando a partir de 1885 estas clases con las de la Abadía del Sacromonte en la misma materia. Acabaría siendo nombrado en 1908 académico de la Real Academia Española. Merece mucho la pena conocer su vida en detalle aun de manera sucinta .

Sin duda su mayor logro educativo fue la creación de las Escuelas del Ave María, la primera de las cuales apareció precisamente en el Sacromonte de Granada. Espoleado por escuchar a la conocida como Maestra Migas, mujer semianalfabeta, enseñar a leer y a escribir a niñas gitanas abandonadas al tiempo que a rezar, no dudó en apoyar a esta huérfana con tres hijos dándole una mejor cueva donde enseñar y, tras abandonar ésta la zona por motivos familiares, se volcó Manjón en organizar él mismo el asunto pensando que ‘…si con una tal maestra y un tal local y tan escasos medios se ha podido organizar una escuela de niñas en el Camino del Monte, que era de lo más inculto y pobre de Granada, ¿quién duda que, mejorándolo todo se llegará a tener un colegio con todo cuanto se quiera’ .

Comenzó a comprar cármenes -casas con jardín- por la zona y, sin parar de aumentar el alumnado y con preferencia a desarrollar escuelas de niñas, pasando de 1889 de 200 alumnos a 1431 en 1896- hizo un cinturón de colegios alrededor de Granada y luego fue haciendo lo mismo por toda España y el mundo, de modo que hasta las visitas desde el extranjero para conocer la experiencia despertaban admiración a todo el que venía.

Fomento de la educación gratuita

De especial interés fue la visita de Federico Olóriz, catedrático de medicina de la Universidad de Madrid, amigo del Premio Nobel Cajal además de creador de la dactiloscopia en España, que no dudó en alabar la obra en una conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid el 16 de diciembre de 1898. Durante sus primeros años de profesorado escribió su ‘Derecho Eclesiástico General y Español’, publicado en 1885 y cuyo éxito fue tal que en 1913 se encontraba en su cuarta edición. Después traduciría la difundida obra de Tarquini ‘Instituciones de Derecho Público Eclesiástico’. Enemigo de cargos y ostentaciones, rechazó las propuestas a rector de la Universidad y a decano de la Facultad de Derecho Canónico que se le hicieron en mayo y diciembre de 1899 respectivamente, a senador por la Universidad en 1902 y a vicerrector en 1908, dedicándose al desarrollo de las Escuelas del Ave María.

¿Y cómo se enseñaba? Pues a lo moderno para la época, mediante nuevas técnicas y prácticas que motivaban más al alumno, eso sí, sin abandonar la confesionalidad católica, algo que rechazaron sectores de la intelectualidad de la época, impregnados de laicismo y llena de masones: enseñanza al aire libre, en contacto directo con la Naturaleza, considerada obra de Dios, empleando el juego y el trabajo manual como instrumento pedagógico para los niños de todas las edades, desde el parvulario, y preparándolos en un oficio para incorporarlos al mundo laboral, fundando un Seminario para Formación de Profesores buscando adiestrarlos en estos nuevos métodos. Al tiempo de todas las innovaciones y junto a ellas se practicó una enseñanza moral, dirigida a conseguir un hombre bueno, honrado y de acuerdo con la doctrina de la Iglesia: alcanzar la santidad vocación humana irrenunciable, con el ejemplo de padres y educadores, con el convencimiento de que sin educación religiosa no puede haber educación integral: “La educación es un medio que dirige al hombre a su destino temporal y eterno” diría Manjón.

La educación era gratuita para los pobres, y se financiaba con donaciones, legados y una parte de dinero. Fue la contribución de las Escuelas del Ave María decisiva para el progreso formativo español sin renunciar a la religiosidad, y demostró por tanto la mendacidad de los asertos laicistas y masones sobre el atraso educativo español y la culpabilización sistemática del mismo a la Iglesia Católica: surgió como pionera en la Edad de Plata esta obra modernizadora que integraba a la perfección modernidad pedagógica con fe católica, como no podía ser de otra manera.

Apoyo de la Iglesia Católica

En plena monarquía parlamentaria católica de Alfonso XIII aparecería también muchos años después de que las Escuelas del Ave María iniciaran su andadura y alcanzaran un enorme éxito el Instituto Escuela, en el que se copió lo hecho por Manjón con eso sí, el toque laicista enemigo de la religión, pero sin ni siquiera hacerla desaparecer, puesto que presbíteros católicos daban clase de religión en dichas instalaciones. La novedad de la gratuidad hacia los pobres y la de preferentemente a niñas de las Escuelas del Ave María servirían de inspiración a la no menos novedosa y confesional fundación de los Escuelas del Sagrado Corazón y la Institución Teresina de san Pedro Poveda, al que la Institución Libre de Enseñanza se acercaría dado su éxito sin conseguir que renegara de la catolicidad de sus enseñanzas: terminaría siendo Teresianas las primeras catedráticas de universidad españolas ¡ahí queda eso!

El discurso inaugural del curso 1897-98 “Condiciones pedagógicas de una buena educación y cuáles nos faltan”, que el padre Manjón impartiría invitado por el rector de la Universidad Literaria de Granada, y en el que vertería todos los conocimientos adquiridos tras sus estudios sobre nuevas tendencias pedagógicas, pero eso sí, sin renegar de la fe católica, afirmaría que la práctica educativa debería ser “...simpática, agradable, intuitiva, progresiva y eminentemente práctica...”, en definitiva una enseñanza lúdica, libre, activa e intuitiva que puso en marcha en las Escuelas del Ave María, mucho antes de que la Institución Libre de Enseñanza llevase a la práctica lo mismo que él, y con la que los niños aprendían en permanente contacto con la naturaleza. En dicho discurso diría que pedagogía es “la ciencia y el arte de educar e instruir al hombre, esto es, un conjunto de principios científicos y reglas prácticas cuyo objeto final es hacer hombres cabales y completos, tal cual Dios los quiere y la sociedad los necesita”; o educación “es cultivar y desarrollar cuantos gérmenes de perfección física y espiritual ha puesto Dios en el hombre”.

La impresión que causaron a los visitantes fue de tal calibre que Manjón comenzó a publicar las ’Hojas del Ave María’ para dar a conocer su pensamiento docente. La higiene, mezclada con el arte y la música eran otras de las facetas de las clases que se impartirían en sus centros.

En las Escuelas del Ave María de Manjón se llegaron a dar en vida del mismo clase a 2.500 alumnos y 450 adultos pobres de solemnidad con los más modernos métodos pedagógicos, en pleno contacto con la naturaleza y sin renunciar a la confesionalidad, 24 años antes de que se fundase el Patronato de las Misiones Pedagógicas del gobierno de la Segunda República, de inspiración católica y que se mantuvieron con el apoyo del Instituto San José Calasanz de Investigaciones Pedagógicas (CSIC) hasta 1972. Sus procedimientos educativos, basados en la actividad de los alumnos y en las prácticas escolares al aire libre, fueron pioneros en España y coincidieron con la avanzada metodología de la Escuela Nueva. Obtuvo pronto reconocimiento a sus aportaciones y méritos, y en abril de 1902 el ministro Romanones le nombró consejero correspondiente de Instrucción Pública; dos meses después se le concedió la Gran Cruz de Alfonso XII, cuyas insignias las costeó personalmente Su Majestad Alfonso XIII; y en 1914 ocupó el cargo de vocal del Patronato del Museo Provincial de Bellas Artes de Granada. El 1 de febrero de 1923, pocos meses antes de su muerte, el municipio de Granada, a propuesta de su alcalde, aprobó la erección de una estatua en la ciudad para perpetuar su memoria.

La Iglesia Católica no condenó las nuevas técnicas pedagógicas, sino que las incorporó a su quehacer docente sin renunciar al anuncio del Evangelio, algo que se ve perfectamente tanto en la obra de san Pedro Poveda como sobre todo en la del Padre Manjón, que no se ordenó hasta los cuarenta años, y de cuyo fallecimiento se cumple ahora un siglo.

CONTRA FACTUM NON VALET ARGUMENTUM