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Seguimos destacando la figura de las importantes científicas católicas que hicieron su carrera en el Instituto de Química Física Rocasolano, llamado así en honor al ilustre químico católico fundador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Antonio de Gregorio Rocasolano. Hoy hablaremos de María Gómez Astudillo (1895-1985), religiosa Teresiana que nació en Zamora y falleció en Madrid.
En Zamora estudió hasta lograr el título de Maestra en 1916 con Premio Extraordinario. Tras obtener el premio extraordinario de Licenciatura en Químicas por la Universidad de Madrid (1941) y el título de Doctora en Ciencias Químicas (1942) alternó la función investigadora en el CSIC con innumerables especializaciones en diversos países, entre otros, Inglaterra, Francia, Holanda, Bélgica y Suiza.
Al mismo tiempo mantuvo una presencia cualificada en frecuentes congresos y encuentros nacionales e internacionales a los que aportaba sus comunicaciones sobre Química Orgánica e Inorgánica, Radioquímica y Radiobiología y otros temas investigados con su equipo o dirigidos por ella, trabajos que además publicó en revistas científicas como Anales de Física y Química, Archivos de Farmacología y Toxicología, Real Sociedad Española de Física y Química, Revista Eidos, y sobre todo las publicadas por el IQFR de Química Física del CSIC del que formaba parte como responsable del Laboratorio de Radio Biología.
En 1958 el Instituto ‘Antonio de Gregorio Rocasolano’ de Química-Física, del Patronato Alfonso X El Sabio de Ciencias Matemáticas y Físicas, tenía 17 secciones, alguna de ellas con laboratorio. La científica también católica practicante María Josefa Molera era Jefe de Sección de Cinetoquímica, y única mujer. Astudillo era por aquellas fechas Jefe del Laboratorio de Radiobiología, con categoría inferior. Ambas mujeres continuaron por bastante tiempo en esos cargos.
En cuanto a su vida religiosa, participó activamente en la propuesta educativa de san Pedro Poveda Castroverde en la Institución Teresiana en diversas ciudades de España y América del Sur. Fue ella junto con Emma Álvarez, médico y compañera de la Institución, quienes hallaron el cadáver de este santo pedagogo asesinado en 1936 en el Cementerio del Este de Madrid. De la Institución Teresiana saldrían las primeras catedráticas universitarias de la España contemporánea, como Ángeles Galindo, María Dolores Gómez Molleda y también científicas como Julia Ochoa Vicente.