Monseñor José Mazuelos Pérez
Se repasan algunas de las recientes declaraciones basadas en la ciencia hechas por este obispo médico
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No es que haga ninguna falta apoyar científicamente lo dicho por don José, pero al hilo de lo que recientemente escribí aquí en COPE sobre la política actual y la cultura de la muerte, encontré y leí varias de las declaraciones de Mons. Mazuelos, en perfecta sintonía con dicho artículo y desde luego doy fe de que lo que dice tiene base científica más que demostrada.
Tal vez convenga empezar por recoger lo más relevante desde el punto de vista académico que don José tiene en su curriculum, tomado del que se presenta en la web de la Diócesis de Canarias, de la cual es en la actualidad obispo, básicamente coincidente con la de la Conferencia Episcopal Española, aunque algo más breve esta última:
Nacido el 9 de octubre de 1960 en Osuna (Sevilla), cursa estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad Hispalense, obteniendo en Junio de 1983 el título de licenciado en Medicina, profesión que ejerce en su pueblo natal y durante su servicio militar en la Armada, destinado en el Hospital Militar de San Carlos de San Fernando (Cádiz), período en el que se dice recibe la vocación sacerdotal, por lo que octubre de 1985 ingresa en el Seminario de Sevilla y cursa los estudios eclesiásticos. El 17 de marzo de 1990 es ordenado sacerdote, y se le asigna como párroco la Parroquia San Isidro Labrador del Priorato de Lora del Río (Sevilla), hasta que en septiembre de 1993 parte para realizar estudios en Roma, donde el año 1995 obtiene la Licenciatura en Teología moral en la Academia Alfonsiana – Universidad Lateranense de Roma, y en 1998, en la misma Universidad, defiende la tesis: “Posibilidad y significado de una bioética mediterránea. Estudio comparativo de los modelos bioéticos de D. Gracia y H.T. Engelhardt”, obteniendo el título de doctor en Teología Moral. También, durante su estancia en Roma, realiza el Curso de Perfeccionamiento en Bioética en la Facultad de Medicina Gemelli y colabora en la parroquia de Santa Francesca Cabrini de Roma. Es decir, tiene varios títulos universitarios, uno de ellos el de medicina, por lo que sabe de lo que habla, y además ha demostrado capacidad de generación de conocimiento científico al haber conquistado el título de doctor.
Desde su doctorado realizó además labores docentes universitarias, durante el curso 2003-2004 profesor del Master de Bioética de la Universidad de Canarias y profesor de Moral del plan de formación sistemática del profesorado de religión de Sevilla. Desde 2003 al 2005 impartió clases de Teología Moral en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla e impartió esta materia en el Instituto Teológico San Juan de Ávila y en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la diócesis de Jerez de la Frontera; fue también Profesor invitado de la Licenciatura en Teología Moral en la Facultad de San Dámaso de Madrid y Profesor auxiliar de la Facultad de Teología Redemptoris Mater del Callao (Perú). Aquí se recogen algunas de sus publicaciones.
En 1998 fue nombrado subdirector del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla, y en octubre del año 2000 fue designado Director del mismo y Delegado de Pastoral Universitaria, presidiendo en la actualidad en la Conferencia Episcopal Española la Subcomisión de Familia y Vida. Mons. Mazuelos Pérez, obispo de Canarias desde 2020. Su lema episcopal es ‘Redemptor hominis Iesus Christus’ (Jesucristo redentor del hombre).
Sobre el fallo del Tribunal Constitucional
Recientemente he tenido conocimiento sobre la declaración acerca del anuncio del Tribunal Constitucional de rechazar el recurso de inconstitucionalidad de la “Ley orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo” de la plataforma CiViCa (Ciencia Vida y Cultura - Asociación de Investigadores y profesionales por la Vida) y el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia. Es de sumo interés traer a colación el inicio de la misma:
«Antecedentes
El Tribunal Constitucional, en la sentencia 53/1985 a raíz de un recurso interpuesto por el senador D. José María Ruiz Gallardón, comisionado por 54 Diputados de las Cortes Generales sobre la Ley española del aborto de 1985 señaló que la vida del nasciturus, en cuanto éste encarna un valor fundamental –la vida humana– garantizado en el art. 15 de la Constitución, constituye un bien jurídico cuya protección encuentra en dicho precepto fundamento constitucional». El art. 15 de la Constitución establece que "Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes".
Tras 37 años de aquella sentencia, el Tribunal Constitucional, al poco de su renovación da marcha atrás, publicando el 9 de febrero de 2023 la Nota Informativa nº 9/2023 emitida por el TC. Al no obtener el apoyo del Colegio de Magistrados, su presidente, Cándido Conde-Pumpido Tourón ha solicitado a la Vicepresidenta Inmaculada Montalbán, que proceda a elaborar una nueva resolución, que desestime el recurso de inconstitucionalidad.
Este nuevo posicionamiento del TC desprotege totalmente al nasciturus, al considerar que el no nacido no encarna un valor fundamental, el de la vida humana, y que, por tanto, no es titular del derecho a la vida, bien constitucionalmente protegido por el artículo 15 de la CE.
Resulta sorprendente, a un mes de la sentencia y sin estar escrita ni haberla leído, por tanto, ninguna de las señorías del TC, que ya sepamos lo que los magistrados van a votar: siete a favor, y cuatro en contra, con nombres y apellidos.
Se promueve así la definitiva consagración de la muerte del embrión o el feto como un derecho de la sociedad en general y de la mujer gestante en particular, incluidas las menores de edad que pueden abortar sin necesidad del permiso parental.
Han sido ya muchos años los que venimos reflexionando y preguntándonos cómo es posible que cuando la Ciencia ha demostrado que la vida humana comienza en el momento de la fecundación, la civilización occidental se haya ensañado en destruir esa vida en su etapa inicial de desarrollo.
Es una contradicción insalvable desde la perspectiva del Derecho proteger la vida del hombre después del nacimiento y condenarla antes. ¿Cómo se ha llegado a semejante crueldad?
A pesar de la situación de afrontar tan difícil empresa, lejos de nosotros, de cualquier persona consciente de la dignidad de la persona, el desánimo o la renuncia a una de las más bellas empresas: la defensa del inocente en su etapa más vulnerable»
Un mensaje claro a favor de la vida
En la misma línea, Mons. Mazuelos viene haciendo declaraciones contundentes en prensa, con la ciencia en la mano. Así, en su homilía del pasado 8 de septiembre en honor a la Patrona de Gran Canaria en el templo de la Villa Mariana defendió que «la maternidad debe ser parte esencial de todo programa de promoción de la mujer», y dijo sobre el aborto:
«A su vez, qué dolor provoca ver a los jóvenes, expuestos a las nuevas esclavitudes de las que habla el Papa Francisco (droga, pornografía, nuevas tecnologías, etc), víctimas de la inmadurez e irresponsabilidad de algunos adultos que no buscan caminos educativos capaces de hacerse cargo de este flagelo. A esto se suma la violencia que legitima la eliminación de la vida del niño por nacer, de los enfermos carentes de unos buenos cuidados paliativos y la posibilidad de abortar a las menores sin contar con los padres. Cuanta hipocresía pedir una autorización para ir de excursión en los colegios y poder abortar sin los padres. Cuanta falsedad pedir receta médica para comprar “algidol” o antibióticos y dar unos choques hormonales a niñas sin control, fomentando la irresponsabilidad y sin hablar de las consecuencias psicológicas y biológicas que ello puede originar»
Tras hacer el Tribunal constitucional el referido anuncio, Mons. Mazuelo indicó en Málaga donde dirigía unos ejercicios espirituales:
«Es triste ver cómo un Tribunal Constitucional se ha apañado para avalar una ley injusta, ideológica y contra la ciencia que le quita la dignidad y el respeto a la vida a ciertos seres humanos por su edad. Le recordamos al Tribunal que cuando se ha puesto en duda si ciertas vidas humanas tenían dignidad o no a lo largo de la historia, siempre han terminado pidiendo perdón. Me consuela saber que ellos terminarán pìdiendo perdón por esta barbaridad del derecho al aborto. En segundo lugar, le preguntaría al Tribunal Constitucional si también avala la Constitución la desigualdad que introduce la ley con los síndrome de down, a quienes se puede matar hasta los cinco meses y medio. Eso es una auténtica barbaridad. ¿Qué le van a decir a las personas y las familias con síndrome de down? Otra cosa importante es ver, y es triste, que un Tribunal Constitucional y unos políticos se dediquen a imponer el darwinismo social al servicio del capitalismo salvaje y no buscando el bien común. Sería interesante que algunos periodistas tiraran de la manta para ver los intereses económicos que esconde esta ley y quién va a ganar dinero con esta ley del derecho al aborto».
Declaraciones en medios de comunicación
En cuanto a rezar delante de los abortorios ya había declarado en febrero de 2022 a otro medio: «La libertad de expresión es para todos y no para aquellos que el estado decida. Tenemos derecho a rezar donde queramos siempre que no obliguemos ni insultemos a nadie. Esa ley, que impide toda manifestación contraria al aborto, lo que intenta es esconder la manipulación y los engaños que se hace a las mujeres a las que se les presenta el aborto como la solución de un problema, algo que no es verdad, y no se les ofrece todo el apoyo económico y psicológico para que el aborto no sea la solución«
En una entrevista, ante la pregunta sobre cómo cree que hay que plantear la batalla contra el aborto y la eutanasia, el prelado aseguró que «en primer lugar, dejando claro que esto no es una batalla de los católicos, sino de todas las personas que buscan una sociedad más justa y humana. Hay que tener claro que no hablamos de moral sino de justicia. Me explico. Santo Tomás decía que un estado no debe imponer nunca una moral concreta pues estaríamos ante un estado totalitario. Sin embargo todo estado está llamado a hacer justicia y el primer principio de la misma es darle a cada uno lo suyo y no hay nada más propio que la vida. De ahí que la misión del estado es proteger a los indefensos fetos y no otorgarle a nadie el poder de eliminar vidas humanas. El respeto a la vida, como afirmaba un médico, es una píldora que hay que tragarse entera, no valen los pedacitos»
Lógicamente los cristianos que confesamos la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo estamos aún más obligados, por así decirlo, de respetar la dignidad de toda vida humana, ya que si nuestro Dios se ha hecho hombre, (embrión y feto), toda persona humana tiene un valor infinito ante Dios.