Actitudes y expectativas ante la cumbre eclesial contra los abusos ? editorial Ecclesia

Actitudes y expectativas ante la cumbre eclesial contra los abusos – editorial Ecclesia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Actitudes y expectativas ante la cumbre eclesial contra los abusos ? editorial Ecclesia

Nos hallamos ya en las vísperas del encuentro eclesial, al máximo nivel, convocado por Francisco, para luchar contra los abusos a menores en el seno de la Iglesia. Es del 21 al 24 de febrero, en el Vaticano. Participarán el Papa, los jefes de los dicasterios curiales, los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo y los principales representantes de la vida consagrada. Es una cumbre sin precedente.

Pero que, para captar bien su sentido, alcance y perspectivas, bueno será retomar algunas afirmaciones al respecto realizadas en las últimas semanas por Francisco y por sus portavoces oficiales. Y es que las expectativas que sobre ella han creando algunos medios de comunicación son excesivas y, con palabras del mismo Papa, "infladas". No estamos, como ha escrito Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio para la Comunicación, ante "un acontecimiento a medio camino entre un concilio y un cónclave". Estamos ante un encuentro excepcional entre pastores, con el Sucesor de Pedro al frente, que, por primera vez, de modo colegial y tan amplio y representativo, se van a reunir para reflexionar, orar, dialogar y afrontar, con valentía, humildad y sinceridad, esta dolorosísima plaga, que ha sido y es, fuente de enormes sufrimientos para las víctimas, una gravísima injusticia, un deleznable pecado y delito, y, por todo ello, un severo contratestimonio evangélico.

El mismo Francisco, en declaraciones en la rueda de prensa tras su viaje a Panamá, tras situar correctamente el sentido de esta cumbre, fijó tres objetivos para ella. En primer lugar, una renovada y más amplia y unánime toma de conciencia de la realidad y hasta magnitud, en la medida y proporción que corresponda, de este verdadero horror. En segundo lugar, la cumbre ha de fijar o contribuir a fijar unos protocolos de actuación claros, unívocos y universales, en orden a la reparación justa, a la prevención adecuada y a la ayuda y el servicio de sanación relación con las víctimas. Y en tercer lugar, y para todo ello, escuchar testimonios de víctimas (con un vídeo al respecto comenzará la cumbre), orar desde una actitud auténticamente penitencial (habrá una gran vigilia penitencial) y compartir y discernir experiencias llevadas a cabo y en curso. Y junto a ello, la renovación de un firme e inquebrantable compromiso de no volver a actitudes, por residuales e ínfimas que pudieran ser, de encubrimiento, minimización, tolerancia u ocultamiento.

Para hacer posible todo esto, se necesitan grandes dosis de realismo, humildad, arrepentimiento y propósito de la enmienda. Realismo "porque el problema de los abusos ?declaró Francisco en su regreso de Panamá- lamentablemente continuará", porque es "un problema humano y por todos lados". Realismo para no rasgarnos las vestiduras ante la magnitud, mayor o menor, de estos execrables hechos dentro de la misma Iglesia. Humildad para reconocerlos sin ambages y pedir perdón. Y realismo, valentía y humildad en pro de su enmienda, cueste lo que cueste, caiga quien caiga.

Ha llegado la hora de revisión de los protocolos eclesiales correspondientes. De escuchar, de acoger a las víctimas y de reparar los daños infringidos, cuyas heridas no prescriben. Es la hora de la penitencia, del nunca jamás, pero de verdad. Y esta ha de ser la hora de la esperanza de que un horror de esta naturaleza no vuelva a salpicarnos, aunque sea un porcentaje sustancialmente menor al de otros colectivos sociales.

El Vicario de Cristo en la tierra nos guía y acompaña. Y nadie debe quedarse rezagado o autoexcluido como si no con él no fuera porque, en la Iglesia, cuando "un miembro sufre, todos sufren con él" (1 Co 12,26).