Criterios y valores básicos ante las elecciones generales en España ? editorial Ecclesia

Criterios y valores básicos ante las elecciones generales en España – editorial Ecclesia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Criterios y valores básicos ante las elecciones generales en España ? editorial Ecclesia

Finalmente, el domingo 28 de abril (28-A) los españoles mayores de edad estamos llamados, otra vez, a las urnas. Y, cuatro semanas después, habrá, de nuevo, elecciones en una triple convocatoria: municipales en todo el territorio nacional, regionales en la mayoría en las comunidades autónomas y europeas, también de ámbito estatal, y destinadas, estas últimas, a configurar el nuevo y quinquenal Parlamento de la Unión Europa. Con independencia de la conveniencia o no de haber unificado en una única fecha estas cuatro convocatorias, lo cierto que la cita del 28-A es de capital importancia. Y ello, máxime por cuanto serán las terceras elecciones generales en poco más de tres años (las legislaturas están previstas cada cuatro años), tras las llevadas a cabo el 20 de diciembre de 2015 y el 26 de junio de 2016.

Las razones por las que se llega a esta nueva cita electoral general son de todos conocidas y se inserten en un triple contexto. En primer lugar, la fragmentación parlamentaria resultante de las elecciones del 26 de junio de 2016; la moción de censura del pasado 1 de junio, que apeó el gobierno del Partido Popular, formado en otoño de 2016, y que aupó al Ejecutivo al PSOE, con todo solo 84 diputados de un total de 350 de que consta el Congreso, amén de la mayoría absoluta popular existente en el Senado; y la imposibilidad del Gobierno, en medio de un complejo y convulso escenario político ?sobre todo, a causa de la situación en Cataluña- de aprobar sus propios presupuestos generales del Estado.

Por ello, y tras dos legislaturas fallidas, en todo (2015) y en parte (2016), nos hallamos ante los comicios más transcendentales de nuestra democracia reciente. Una democracia, la española, que ha vuelto a demostrar, no obstante, su fortaleza y madurez. Fortaleza y madurez fruto más de los ciudadanos que de los propios políticos.

A dos meses del 28-A, desde la doctrina social de la Iglesia aplicada a nuestra realidad y desde el apartidismo político, la independencia y la cooperación institucional, queremos hacer, en primer lugar, una llamada al voto en conciencia y en responsabilidad. Un voto dirigido hacia el bien común y a la consolidación y reforzamiento de los verdaderos valores que han de conformar el presente y el futuro inmediato de España.

¿Cuáles son estos valores? La necesidad de respetar y de promover en justicia derechos fundamentales, recogidos por nuestra carta magna como los de libertad religiosa y libertad de enseñanza (artículos 16 y 27), todo lo relativo al derecho a la vida desde su inicio natural hasta su ocaso, y a las políticas auténticas y eficaces (no demagógicas) de inclusión social. Amén del escrupuloso respeto a la Constitución y sus vías en relación a la unidad de España.

En estos tres años largos de inestabilidad política, la Constitución ha demostrado sobradamente su vigencia, su robustez y la extraordinaria aportación que presta a nuestra sociedad en aras a garantizar la seguridad jurídica y la salvaguarda y promoción de los derechos de todos. Es evidente que esto no significa que la Constitución sea sagrada e intocable. Pero sí significa que es útil, buena y necesaria.

Y en medio de la ya referida situación en Cataluña y su relación con el resto del Estado, desde los principios constitucionales y desde la memoria viva y reciente de la Transición española, en la que se fraguaron la Constitución y la democracia en nuestro país, hay que reivindicar que la concordia ?lo dijo a ECCLESIA el cardenal Blázquez, presidente de la CEE (número 3.970, página 36)- deba ser también ahora posible.