Esta es la verdadera y única Navidad, no la del consumo y la mundanidad ? editorial Ecclesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Esta es la verdadera y única Navidad, no la del consumo y la mundanidad ? editorial Ecclesia
Es costumbre en Roma que los niños y sus padres de la ciudad eterna acudan el tercer domingo de Adviento a participar del ángelus del Papa. Van portando algunas piezas de sus pesebres o belenes domésticos y que este les bendiga a ellos y las imágenes religiosas traídas al efecto. Es una tradición ya muy veterana, que Francisco ha mantenido. Y así ocurrió el domingo 16 de diciembre. Antes de impartir la bendición, el Papa dijo: "Queridos niños, cuando en vuestros hogares os reunáis en oración ante el pesebre, fijando la mirada en el niño Jesús, sentiréis estupor. Pero, ¿qué es el estupor? Es un sentimiento más fuerte, es más que una emoción, es ver a Dios en el corazón. Estupor por el gran misterio hecho por Dios hecho hombre; y el Espíritu Santo os pondrá en el corazón la humildad, la ternura y la bondad de Jesús. ¡Jesús es bueno, Jesús es tierno, Jesús es humilde! ¡Y esta es la verdadera Navidad! No lo olvidéis".
Cerca de medio centenar, hasta ahora, de los mensajes en Twitter, a lo largo de su casi seis navidades como Papa, los ha dedicado Francisco a la Navidad. En los tres primeros que ahora transcribimos, ha recordado lo que no es la Navidad: "La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien estar un poco en silencio, para oír la voz del Amor (23-12-2013); "Liberemos la Navidad de la mundanidad que la ha secuestrado. El verdadero espíritu de Navidad está en la belleza de ser amados por Dios. (22-12-2017)" y "Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la frágil sencillez de un pequeño recién nacido. Allí está Dios (23-12-2017)".
Y en el resto de estos mensajes, Francisco ha abundado en la verdad de la Navidad y de las actitudes con las que debemos vivirla para que la Navidad sea una auténtica fiesta cristiana y no un ejercicio de mundanidad, marketing, consumo, banalidad y paganidad.
Y Navidad es, en efecto, la bondad, la ternura y la humildad de Dios. Es el misterio de la Encarnación, es el misterio, la realidad, del Dios que envía a su Hijo ?Dios como Él y como el Espíritu Santo- al mundo para que se haga hombre en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.
Por ello, vivir y celebrar la Navidad requieren capacidad de asombro y de admiración ante el misterio. Un asombro, un estupor, que significa asimismo capacidad y esfuerzo de oración y de celebración en el marco de la liturgia de la Iglesia. Dicho de otro modo: no habrá verdadera Navidad sin oración y sin la participación en las celebraciones litúrgicas de estos entrañables días. En este sentido, nuestra Iglesia no debe perder jamás la belleza, el simbolismo y la riqueza de celebraciones como la Misa del Gallo, uno de los mejores modos, sino el mejor, para entender, sentir, testimoniar y transmitir la verdad de la Navidad.
La verdad de la Navidad es también la caridad y la solidaridad. Y al respecto, un año más llaman a nuestras puertas y conciencias numerosas iniciativas, de entre las cuales querríamos especialmente recomendar dos. En primer lugar, la campaña de la Cáritas, siendo parte de la solución ?como reza el lema de la campaña correspondiente- al drama y a la injusticia de la pobreza y de la marginación. Navidad es caridad. Navidad es Cáritas. Navidad es el pobre, el migrante, el refugiado, el indigente, el que vive en soledad, el enfermo, el anciano, el preterido, el olvidado, el tratado injustamente, el que sufre la pérdida de un ser querido. Navidad, sí, es caridad.
Igualmente, campañas como las de Ayuda a la Iglesia Necesitada, este año en favor de los cristianos en Siria ?"los irreductibles", como se lee en el lema-, también han de merecer todo nuestro apoyo. Navidad es solidaridad. Navidad es cercanía y ayuda a los cristianos perseguidos. Navidad es Ayuda a la Iglesia Necesitada. Navidad es Siria.
Los cristianos, empezando por nosotros mismos y por nuestras comunidades eclesiales, no debemos permitir que nadie nos robe la Navidad y la conviertan en unos días de "culto" al dinero, al regalo, a la gastronomía o, como ya dijimos, a la mundanidad.
El gran regalo, la gran fiesta, la gran "lotería" de la Navidad es Dios con nosotros. Es su misericordia, su ternura, su bondad, su cercanía, su humildad.