Verdad, justicia, misericordia y reconciliación: pasos de Francisco para la paz en Colombia ? editorial Ecclesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Verdad, justicia, misericordia y reconciliación: pasos de Francisco para la paz en Colombia ? editorial Ecclesia
Pretende siempre eclesial, singularmente en su línea editorial, buscar la objetividad y la ponderación y evitar el sensacionalismo y los grandes y fáciles titulares de "brocha gorda"? Subrayamos, de entrada, esta perspectiva para enfatizar nuestra primera impresión y valoración del viaje del Papa Francisco a Colombia y calificarlo como quizás el más importante y extraordinario de sus hasta ahora veinte periplos apostólicos internacionales.
El viaje prometía. Esperado desde la llegada de Francisco al ministerio petrino, no se ha producido hasta un año después de los acuerdos de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC. El viaje prometía tras un verano de escasísima actividad pública del Papa y de escasísima información vaticana relevante. El viaje prometía por el espléndido y concienzudo trabajo de preparación y por las enormes expectativas suscitadas entre el pueblo colombiano (más del 90% es católico) y la opinión pública.
Y concluidos los cinco días de intensísima y agotadora agenda viajera, bien podemos afirmar que las mejores previsiones y promesas se han visto cumplidas, que el trabajo y la siembra se han realizado y que Francisco ha dado para la paz y la reconciliación un enorme paso, una extraordinaria contribución.
""Dar el primer paso"" es, sobre todo, salir al encuentro de los demás con Cristo, el Señor", afirmó Francisco en alusión al lema de la visita apostólica a Colombia "Demos el primer paso". Y es que, en efecto, así, desprovisto de ideologías políticas y partidistas, con el Evangelio como única divisa, el Papa se ha presentado ante los colombianos para contribuir a la paz y a la reconciliación, sirviendo el Evangelio de la verdad, la justicia, la misericordia y la reconciliación.
"La verdad es compañera inseparable de la justicia y de la misericordia", "la caridad ayuda a comprender la verdad y la verdad reclama gestos de caridad" y "la reconciliación se consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza", y todo ello desde el Señor, "el único que nos sostiene y alienta para poder contribuir a la reconciliación y a la paz", serían cuatro de las decenas y decenas de frases que Francisco nos ha legado, al efecto, en Colombia.
Frases, junto, como es también habitual en el lenguaje papal, a poderosísimos signos y gestos. De ellos, destacamos cuatro: en Villavicencio, el gran encuentro nacional de oración ante el Cristo mutilado de Bojayá, su parada y plegaria silente ante la gran cruz de la reconciliación y memorial de los ocho millones y medio (¡8,5 millones de personas!) de damnificados por el conflicto armado en Colombia y el árbol para la paz que, junto a dos niños, dejó sembrado, y en Cartagena de Indias, la clausura del viaje papal de la mano del misionero jesuita español san Pedro Claver, protector y defensor de los esclavos, ya en el alba del siglo XVII.
En su discurso en el encuentro por la reconciliación, Francisco afirmó: "Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios, déjate reconciliar. No le temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos, no tengan miedo a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno. Que podamos habitar en armonía y fraternidad, como desea el Señor. Pidámosle ser constructores de paz, que allá donde haya odio y resentimiento, pongamos amor y misericordia".
E instantes después, ante el Cristo mutilado de Bojayá, rezó con estas otras hermosísimas e interpeladoras palabras: "Oh Cristo negro de Bojayá, haz que nos comprometamos a restaurar tu cuerpo. Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado; tus brazos para abrazar al que ha perdido su dignidad; tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad. Haz que seamos testigos de tu amor y de tu infinita misericordia".
Las expectativas se han cumplido esperanzadora y ampliamente. La siembra, abundante y generosa donde las haya, se ha realizado. Los pasos se han dado. Y todo en el nombre del Señor, en cuyas manos y en las manos de todos queda ahora esperar sus frutos.