La familia, fuente de vínculos
El vínculo más importante que existe hoy en día es el generado por la familia, verdadera artesana de ternura, eje sobre el que se asientan los valores que sostienen a la persona
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La nueva comprensión de la persona y de la familia, inseparable del sistema de producción y consumo actual, afecta a la vida, los afectos, el trabajo, el descanso... Las corrientes antropológicas, económicas y políticas del siglo XXI prometen demasiado, sobre todo una libertad igualitaria, pero en realidad generan un malestar constante. Persona y familia han cambiado. Es una realidad incuestionable. Y es a esa persona y a esas tantas concepciones de familia de hoy a quienes la Iglesia está llamada a evangelizar, a hacer un camino conjunto para ayudar a Cristo a llevar adelante su obra. La Iglesia, fiel a su misión, escucha las exigencias del presente y las llamadas del Espíritu en este momento.
El vínculo más importante que existe hoy en día es el generado por la familia, verdadera artesana de ternura, eje sobre el que se asientan los valores que sostienen a la persona. De ella surgen los demás vínculos necesarios para vivir. Pero el individualismo exagerado del siglo XXI hace difícil la entrega a otra persona de manera generosa y gratuita. «Se teme la soledad, se desea un espacio de protección y de fidelidad, pero al mismo tiempo crece el temor de ser atrapado por una relación que pueda postergar el logro de las aspiraciones personales» (AL, 34).
Ante la familia, y sobre todo ante el matrimonio, es necesario moverse equilibradamente entre el realismo y el ideal exigente, sin perder jamás la cercana compasión con las personas más frágiles. Es el arte de la misericordia, una gracia a pedir cada día, a cada momento porque la doctrina de la Iglesia está enraizada en el amor, siempre. La llamada está sobre la mesa: construir familias sólidas y fecundas según el plan de Dios, teniendo claro que las familias son sujeto y no solamente objeto de evangelización. Para ello el Papa Francisco propone un esfuerzo pastoral por consolidar los matrimonios: «A veces, nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios. Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio».
Ninguna familia es una realidad perfecta, pero como núcleo de la sociedad y sostén en los momentos más difíciles, como ha quedado demostrado en la pandemia, necesita todas las ayudas posibles para que siga siendo esa Iglesia doméstica en la que cada persona crece con profundidad.
Los gobernantes tienen la responsabilidad de legislar de manera que ayuden y faciliten: en educación, en la defensa de la vida, en salud, en lo laboral, en lo económico... ¿Qué ámbito no afecta a la familia? ¿Qué se está haciendo verdaderamente por potenciar el vínculo más importante de la realidad social?
La Iglesia, maestra y misericordiosa, mira con cariño a todas las familias, más si cabe a las heridas, para caminar juntos entre el dolor de unos y las alegrías de otros. Porque la familia es más... el matrimonio es más...