Todo terrorismo, hoy el yihadista, puede y debe ser derrotado ? editorial Ecclesia

Todo terrorismo, hoy el yihadista, puede y debe ser derrotado – editorial Ecclesia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Todo terrorismo, hoy el yihadista, puede y debe ser derrotado ? editorial Ecclesia

Y ahora, de nuevo Gran Bretaña (concretamente, Manchester, el martes 23) y, de nuevo Egipto (el viernes 26 de mayo, Al Adua). Y tanto solo semanas y meses atrás, por no retrotraernos más en el tiempo reciente, Estocolmo, San Petesburgo, Londres, Berlín, Niza, Bruselas, París?Y tantas veces, por no decir casi siempre, Irak y Siria y otros países de Oriente Medio y del corazón de África, amén de la intimidación y extorsión de cada día. Así no podemos seguir; así no debemos seguir.

Cuando el 11 de septiembre de 2001 tuvo lugar el atentado contra las torres gemelas de Nueva York, se afirmó que con este siniestro acontecimiento no solo comenzaba el siglo XXI, sino que también se inauguraba una nueva era de la desastrosa historia bélica de la humanidad. Difícilmente, quienes realizaron aquel pronóstico pudieron imaginar lo certero de su intuición y las gravísimas proporciones que, con una marca o franquicia terrorista u otra (por ejemplo, de Al Quaeda al Daesh, para entendernos, sin olvidar el igualmente diabólico Boko Haram), iría adquiriendo el nuevo escenario del terror global.

El fanatismo fundamentalista, el odio, los objetivos occidentales y cristianos (tanto en sentido cultural como en sentido religioso), la blasfemia de justificar estas acciones abyectas en el nombre de Dios, la crueldad y la globalización (un campo de batalla mundial) son algunas de las señas de identidad del vigente y repugnante terrorismo de matriz yihadista.

Y a estas alturas de la "contienda" y habida cuenta del altísimo nivel de desarrollo de la investigación y del espionaje de Occidente, no cabe duda de que, si se quiere, si hay verdadera voluntad política, el terrorismo yihadista ya debería haber sido derrotado por medios pacíficos. Es cuestión de voluntad, de sinceridad, de honestidad y de toma de conciencia de la magnitud de la situación.

No pretende este comentario Editorial tener ni descubrir la varita mágica que solucione el problema. Simplemente pretende cuestionar por qué el terrorismo yihadista no ha sido derrotado todavía. Y es que ¿cómo es posible que en determinadas páginas de Internet y de las redes sociales -precisamente de las todopoderosas marcas Google y Facebook y, por su supuesto, Whatsapp- se publiquen y emitan escenas del horror terrorista y que en sus redes sociales los autores, encubridores y seguidores del terror puedan, amparados o no en el anonimato, acampar a sus anchas y seguir divulgando la barbarie, alimentando infamias y criminales y favoreciendo la captación de nuevos adeptos y fanáticos?

¿Es creíble que nadie pueda controlar la pista del dinero a través del cual se produce, impunemente, el comercio de las armas asesinas? ¿Es pensable que la inteligencia internacional y los grandes líderes políticos, sociales y económicos del mundo no sepan quiénes son los traficantes de armas y cuál es el inmenso rastro sangriento y hediondo del asesino y pestilente negocio de la venta de armas, que hacen posible la guerra y el terrorismo? ¿No tiene aquí la comunidad internacional ?la ONU, la OTAN, el G-7, la Unión Europea y otras organizaciones continentales e internacionales, amén de los líderes políticos de cada nación- un inmenso, apremiante y factible campo de trabajo, todavía pendiente, demasiado pendiente de su efectiva implementación?

El atentado del viernes 26 de mayo en Egipto se produjo al mes exacto de la visita del Papa a este país africano, duramente golpeado por el terrorismo, singularmente con víctimas, desde hace algunos años, cristianas coptas. En Egipto, Francisco (ecclesia, números 3.882 y 3.884) trazó, una vez más, propuestas y pautas para que las religiones (en el usurpado y ultrajado nombre de una ellas se perpetran los crímenes yihadistas) sean, del modo más efectivo posible, instrumentos de paz que derroten a los violentos. ¡Claro que a la comunidad cristiana hay que pedirle que no identifiquen terrorismo con islamismo y que visibilice con todas las fuerzas el rechazo a esta injusta homologación y equiparación! ¡Tan claro como que la comunidad islámica ha de seguir, por su parte, condenando de modo efectivo el terrorismo y apartando de su seno a quienes, inapropiada y blasfemamente, la utilicen con estos endemoniados objetivos!

Como Iglesia y no solo como Iglesia ?basta con ser personas de bien y de buena voluntad-, el ensañamiento del terrorismo con los cristianos perseguidos demanda también una respuesta concreta, inmediata y eficaz. Una respuesta constante de solidaridad, cercanía, apoyo material, de protección y de oración.

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