3º Domingo de Cuaresma: «Parábola de la higuera que no dio fruto»

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Francisca Sierra

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Llegaron en aquel momento unos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios, y en respuesta les dijo:“¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque sufrieron tales cosas? Os digo que no, y si no hacéis penitencia, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la Torre de Siloé y los mató, ¿creéis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no, y si no hacéis penitencia, pereceréis todos del mismo modo”. Y les propuso esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: «Hace ya tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo». «¡Córtala! ¿Para qué hacer baldía la tierra?». Pero él le respondió: «Señor, déjala también este año mientras cavo a su alrededor y le echo estiércol por si en adelante da fruto. Si no es así, la cortas»".

Lc 13,1-9

Hoy en este domingo de Cuaresma, ya el tercero, sí me pregunto: Jesús, ¿y qué me quieres decir con esta parábola de la higuera que no dio fruto, la higuera estéril? ¿Qué es lo que me quieres decir? Cuando reflexiono contigo esta parábola y la oigo que me la dices a mí personalmente en mi corazón, me da pena… Y a veces siento tristeza, pero me lleno de confianza en ti porque sé que eres misericordioso y paciente. Cómo les pones a toda esta gente esa parábola de esta higuera que la planta el dueño con tanta espera de dar fruto y cuando fue a buscar fruto, no tenía nada, estaba vacía; muchas hojas y poco fruto.