Del odio al amor

El Evangelio de este domingo continúa con el sermón de la montaña. En esta ocasión nos enseña el nuevo mandamiento: amar a Dios y al prójimo

Del odio al amor

José-Román Flecha Andrés

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“No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El libro del Levítico presenta estas normas de comportamiento como dictadas a Moisés por el mismo Dios (Lev 19,17-18).

Dios pide a los hijos de su pueblo que eviten el odio y también la venganza y el rencor. Y además, les pide que practiquen la corrección fraterna y el amor al prójimo como se aman a sí mismos. Si la prohibición parece difícil, el mandato añadido ha de ser considerado también hoy como la fuente de la paz y de la buena convivencia.

Según el salmo responsorial, Dios es el último y verdadero modelo de esa conducta: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” (Sal 102).

Por tercer domingo consecutivo leemos cómo san Pablo habla de la sabiduria a los fieles de Corinto. El Apóstol les pide que nadie se crea sabio en este mundo, “porque la sabiduria de este mundo es necedad ante Dios” (1 Cor 3,16-23).

Normas de conducta

En el evangelio del domingo pasado, Jesús explicaba el sentido positivo de tres mandamientos bíblicos que prohíben matar, adulterar y jurar. En el texto que hoy se proclama, el Maestro explica el nuevo sentido de otros preceptos que eran frecuentemente repetidos por las gentes de su pueblo (Mt 5,38-48).

• “Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente”. En contra de lo que se suele pensar, esa norma del talión no era un permiso para la venganza. Era una restricción de la venganza salvaje que prometía Lamec, descendiente de Caín. Pero Jesús aconseja romper la espiral de violencia y no hacer frente al que nos agravia.

• “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. El amor estaba ya prescrito en el libro del Levítico. Aborrecer al enemigo no era una norma bíblica sino la regla de algunos grupos que unían su fanatismo a su piedad. Pero Jesús exhortaba a sus discípulos a amar a los enemigos y a orar por sus perseguidores.

Un amor gratuito

Con todo, Jesús no se limita a explicar los mandamietos o a dar un nuevo sentido a las antiguas normas transmitidas de generación en generacion. A continuación expone tres modelos de comportamieto que han de ser distintivos para sus seguidores.

• Amar a los que nos aman es una actitud de camaradería que se encontraba también entre los publicanos o cobradores de tributos. En esa solidaridad estaba ya el premio a esa conducta. Pero los discípulos del Señor habían de ser diferentes.

• Saludar a los hermanos o parientes es habitual también entre los paganos. Los lazos de la sangre o de la vecindad y la amistad requieren esa formalidad social. Pero los discípulos del Señor han de ampliar el ámbitos de sus relaciones amistosas.

• Tratar de ser perfectos, como el Padre celestial es perfecto es una aspiración que requiere la fe. El Padre es el modelo del comportamieto de los seguidores del Hijo de Dios. Y es también el premio a ese nuevo estilo de vida y de fraternidad.

- Señor Jesús, al exhortarnos a amar a nuestro prójimo y a nuestros enemigos tú nos enseñas un nuevo estilo de amor gratuito. Solo el Dios creador ha puesto el bien donde había el mal. Que tu Espíritu nos ayude a imitar su bondad. Amén.