La perseverancia

En nuestro tiempo, la rutina y la nostalgia llegan a anular el ímpetu de la esperanza. Y anulada la esperanza, caemos en la apatía que paraliza a los que debemos vivir con gozo

La perseverancia

José-Román Flecha Andrés

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Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas” (Lc 21,19)

Señor Jesús, hoy vivimos con un ritmo frenético. La rapidez de la información no nos permite reflexionar sobre los acontecimientos. Y menos aún sobre la rectitud de nuestro propio comportamiento.

Se nos repite que es necesario cambiar los medios e instrumentos que venimos usando cada día. Si por ahora no podemos cambiar de casa, al menos consideramos necesario cambiar la decoración de la misma.

Algo semejante ocurre con nuestras relaciones personales. Y lo mismo sucede con los grupos a los que pertenecemos o con los que hemos estado vinculados alguna vez. En estos casos el cambio refleja con frecuencia nuestra indiferencia.

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Con esa frase tú exhortabas a tus discípulos a mantenerse firmes en el seguimiento de su vocación. Los estabas animando a vivir en fidelidad la llamada que les había indicado un nuevo camino para sus vidas.

Tú preveías que tanto la persecución como la dificultad de la convivencia habrían de constituir para ellos una seria tentación. Tú sabías ya que con el tiempo algunos decidirían volver la vista atrás.

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. En nuestro tiempo, la rutina y la nostalgia llegan a anular el ímpetu de la esperanza. Y anulada la esperanza, caemos en esa apatía que paraliza a los que debemos vivir con gozo y osadía la misión que hemos recibido.

Hoy el compromiso ha sido sustituido por el sentimiento y este por la satisfacción inmediata y pasajera. No es extraño que en este tiempo la apostasía religiosa se haya convertido en un fenómeno habitual.

Señor, nosotros creemos que con la perseverancia podremos salvar nuestras vidas. Podremos demostrar el sentido y el valor de nuestras vidas. Pero sabemos que para vivir esa fidelidad necesitamos tu luz y la fuerza de tu Espíritu. Que no nos falte su gracia.