Archidiócesis de Madrid: 60 años conciliando Ciencia y Fe

La Archidiócesis de Madrid sigue irradiando luz al difícil ámbito de la conciliación entre razón y fe, en su diaconía de la verdad que le ha sido dado conocer

Archidiócesis de Madrid

Alfonso V. Carrascosa

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El 25 de marzo de 1964 nada menos que san Pablo VI elevó la entonces diócesis de Madrid-Alcalá a Arzobispado, naciendo así la archidiócesis de Madrid que a partir de 1991 incluiría las diócesis sufragáneas de Getafe y Alcalá. 

Unos días después del 60 aniversario, concretamente el 9 de abril de 2024, el actual Arzobispo de Madrid Cardenal Cobo inauguraba la capilla de la Universidad Francisco de Vitoria, bajo la advocación de María Sede de la Sabiduría, coincidiendo con el 30 aniversario de su fundación. En la homilía pronunciada dijo cosas como las siguientes.

"La capilla universitaria está llamada a ser un centro vital para promover la transformación cristiana de la cultura… Todo serían ladrillos o piedras si no somos capaces de mostrar lo que hay detrás: el amor que Dios nos tiene…La UFV, a través de este nuevo espacio, el más emblemático de su campus, busca reafirmar su compromiso con la formación integral de sus miembros…Es una casa acogedora y abierta para todos los que, escuchando la voz del Maestro en su interior, se convierten en buscadores de la verdad y sirven a los hombres mediante su dedicación diaria a un saber que no se limita a objetivos estrechos y pragmáticos…cuando aprendemos a vivir en las claves del Evangelio, pero no individualmente, sino al lado de los hermanos, de los más frágiles y vulnerables, celebramos la sabiduría de Dios".

La formación integral cuenta con la transmisión del conocimiento proveniente de la Revelación. Eliminar la transmisión de este conocimiento es condenar al hombre a vivir sin Dios, algo para lo que no ha sido creado por Él. Estas palabras del Cardenal Cobo ponen de manifiesto que la conciencia de la Iglesia Católica en cuanto a conciliación ciencia-fe sigue viva en la Archidiócesis de Madrid. También el lugar donde fueron pronunciadas, el Campus de una universidad de inspiración católica activa hablan de lo mismo. En la actualidad en la Archidiócesis de Madrid tienen actividad científico-docente, además de la Universidad Francisco de Vitoria, la Universidad Pontificia de Comillas, la Universidad San Pablo CEU, la Universidad Eclesiástica san Dámaso, la Universidad Pontificia de Salamanca, la Universidad de Navarra, el Centro Universitario Villanueva, el CES Don Bosco, el Centro Universitario La Salle, el Centro Universitario Escuni, el Centro Universitario María Cristina, regido por la Orden de San Agustín y adscrito a la UCM –donde estudiaron Manuel Azaña, José Castillejo o Pedro Sánchez, entre otros o la Universidad Camilo Jose Cela del Grupo SEK, que dice inspirarse en el humanismo cristiano, entre otras. Sirvan estos datos para dar noticia de lo actual de la conciliación ciencia-fe en la Archidiócesis de Madrid o dicho de otro modo: si la ciencia y la fe católica fueran incompatibles ¿cómo explicar la presencia de estas universidades? Y para muestra otro botón: el recién nombrado nuevo rector de la Universidad de San Dámaso para el cuatrienio 2024-2028, el catedrático de Derecho Canónico y sacerdote Nicolás Álvarez de las Asturias, que hasta ahora era vicerrector de ordenación académica, doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y licenciado en Teología por la Universidad Pontificia Comillas.

Si hay un país en el que la conciliación ciencia-fe católica haya sido real a lo largo de toda su historia ese es España. Si dentro de ella hay una ciudad donde tal conciliación haya adquirido relieve, esa es Madrid. La relación entre Madrid y la ciencia puede decirse que es desde siempre. 

Sirvan como ejemplo las instituciones del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde todavía se alberga la Biblioteca Laurentina –la mayor de la Cristiandad en su época, detrás de la del Vaticano- y donde estuvo la Real Botica, mayor laboratorio de química del mundo en ese momento, o la Universidad de Alcalá, fundada por el Cardenal Cisneros.

Durante el siglo XX la primera institución a nivel nacional cuya sede se instala en Madrid es la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), fundada en plena monarquía parlamentaria confesional católica de Alfonso XIII, y en cuyo decreto fundacional se indicaba: “Y sin embargo, no falta entre nosotros gloriosa tradición en esta materia. La comunicación con moros y judíos y la mantenida en plena Edad Media con Francia, Italia y Oriente; la venida de los monjes de Cluny; la visita a las Universidades de Bolonia, París, Montpellier y Tolosa; los premios y estímulos ofrecidos a los clérigos por los Cabildos para ir a estudiar al extranjero, y la fundación del Colegio de San Clemente en Bolonia, son testimonio de la relación que en tiempos remotos mantuvimos con la cultura universal. La labor intelectual de los reinados de Carlos III y Carlos IV, que produjo la mayor parte de nuestros actuales centros de cultura, tuvo como punto de partida la terminación del aislamiento en que antes habíamos caído, olvidando nuestra tradición envidiable, y restableció la comunicación con la ciencia europea que, interrumpida luego por diversas causas, no conserva ahora sino manifestaciones aisladas, como las pensiones para viajes concedidas a los becarios de Salamanca y el Colegio de Bolonia”.

La JAE tendría como vocales fundacionales a fervorosos creyentes a la par que científicos tales como Leonardo Torres Quevedo, Ramón Menéndez Pidal, José Marvá Mayer, Julián Ribera, Marcelino Menéndez Pelayo, etc., y hasta su mismísimo presidente, el Premio Nobel de Fisiología o Medicina Santiago Ramón y Cajal, que se casó con la piadosísima Silveria Fañanás con la que tendría numerosa prole, y nunca renunció a sus creencias en Dios y en el alma inmortal, de cuyas vidas hablo en ‘Iglesia católica y ciencia en la España del siglo XX’ donde también se habla de la puesta en marcha de la Universidad Complutense o la Autónoma de Madrid por profundos creyentes y profesores universitarios feligreses de esta Archidiócesis.

En este año se cumple el 85 aniversario de la más importante institución científica de la historia de España, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), algo que hemos recordado en COPE. El CSIC fue puesto en marcha por científicos católicos, fundó el primer centro de investigación teológica fuera del ámbito eclesial, el Instituto de Teología Francisco Suárez - ya desaparecido por presiones de las ideologías laicistas ateas herederas del Frente Popular que siguen persiguiendo a la Iglesia Católica de Madrid a través de la cultura- centro que llegaría a dirigir Mons. Leopoldo Eijo Garay, también consejero del CSIC, al que le tocó vivir la Segunda República, la Guerra Civil y la Posguerra vinculado a Madrid, y que fue canónigo, predicador y capellán real, obispo de Tuy y Vitoria, Patriarca de la Indias Occidentales, conciliarista, además de académico de la Lengua y de Ciencias Morales y Políticas, y catedrático de la Universidad Pontificia, enseñando lengua hebrea y siendo además Catedrático de Teología -todo ello durante la Edad de Plata- sentando las bases de la conciliación ciencia-fe una vez que la Diócesis de Madrid echó a andar. Siendo Obispo de Madrid-Alcalá huyó a Vigo para librarse de la muerte por el ejército del Frente Popular durante la Persecución Religiosa desencadenada por el en su afán de imponer la dictadura del proletariado, coordinando a través de vicarios generales la Iglesia clandestina de Madrid, muy conocida y estudiada por José Manuel Ezpeleta, que ha sido además objeto de investigación en una tesis doctoral.

Fallecido Eijo Garay en 1964 es erigida la Archidiócesis y nombrado el madrileño Mons. Casimiro Morcillo –obispo auxiliar de la Diócesis Madrid-Alcalá en 1943- y primer Arzobispo de Madrid. Buena parte de la conciliación ciencia-fe y mencionada con anterioridad –universidades y CSIC- sigue su curso en la Archidiócesis y llega hasta nuestros días. La Iglesia de Madrid, bien como institución bien a través de sus miembros, no ha dejado de aportar en este sentido. Don Casimiro fue subsecretario de la primera sesión del Concilio Vaticano II, y presidente de la Conferencia Episcopal Española hasta el año 1971 cuando falleció. Ha sido el único obispo madrileño de la diócesis Madrid. El crecimiento poblacional de Madrid de forma exponencial le obligó a crear más de 300 nuevas parroquias. Amplió estudios en París y se doctoró en Roma. Fue profesor de Literatura y Lengua en el Seminario de Madrid durante tres cursos. Se dedicó a las Obras Misionales y a la Acción Católica; organizó el Congreso de Misiones de Barcelona, en 1929 y erigió el Seminario Hispano Americano para misiones en América. Continuó las buenas relaciones con el CSIC y las universidades católicas y públicas, y fue impulsor de la renovación del arte sacro con su ‘Carta magna del Arte Sacro’ y la ‘Gran exposición de Arte Sacro’. Y vamos con San Dámaso…

Fue en 1967 cuando se erigió por la Archidiócesis de Madrid el Estudio Teológico, como prolongación de la actividad docente que, desde su fundación en 1906, desarrollaba durante la Edad de Plata madrileña el Seminario Diocesano. Aquel mismo 1967 quedó afiliado a la Universidad Pontificia Comillas mediante un convenio ratificado por la Congregación para la Educación Católica. Tras diversas intervenciones del Cardenal Angle Suquía, sería el Cardenal Rouco quien impulsaría las definitivas gestiones que terminarían alumbrando en 2011 la Universidad Eclesiástica San Dámaso, que integraría las facultades de Teología, Filosofía, Derecho Canónico, Literatura Cristiana y Clásica San Justino y el Instituto Superior de Ciencias Religiosas. El actual Gran Canciller de la UESD, cardenal Cobo, arzobispo de Madrid, oído el parecer de la Junta de Gobierno de la Universidad y habiendo recibido la confirmación del Dicasterio para la Cultura y la Educación, ha nombrado nuevo Rector para el cuatrienio 2024-2028 al profesor Nicolás Álvarez de las Asturias, actualmente vicerrector de ordenación académica. En la persona del nuevo rector vuelven a darse cita ciencia y fe pues el profesor Nicolás Álvarez de las Asturias es catedrático de Historia del Derecho Canónico en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y licenciado en Teología por la Universidad Pontificia Comillas. Autor de numerosas contribuciones y artículos en revistas especializadas sobre cuestiones de historia del derecho canónico, es profesor visitante de su disciplina en distintos centros de derecho canónico, miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Canonistas y de la Consocitatio Internationalis Iuris Canonici Promovendo, así como consultor ad casum del Dicasterio de las Causas de los Santos. No me entretengo en relatar los logros académicos de los cardenales Suquía y Rouco, así como los de obispos auxiliares como Mons. Camino, Mons. Romero Pose, etc. - de los cuales hay abundante información gratuita en la red- porque no acabaría el artículo, que pretendo finalizar haciendo una breve mención de la Academia San Dámaso, fundada precisamente por el Cardenal Suquía, y que no parece en la actualidad vivir uno de sus mejores momentos.

La Academia de Arte y de Historia San Dámaso fue erigida canónicamente en 1978, en plena actividad del Cardenal Suquía como Arzobispo de Madrid, con el fin de contribuir a la defensa, conservación y promoción del patrimonio cultural, artístico y documental de la Iglesia en la Diócesis de Madrid-Alcalá, teniendo como fines propios la promoción del estudio y cultivo de las Bellas Artes y de los documentos históricos y bibliográficos que tengan relación con la Iglesia, contribuir a la realización de estudios sobre la historia de la Iglesia en España y especialmente en la Provincia eclesiástica de Madrid, a través de cauces documentales y artísticos y contribuir a la defensa, conservación y promoción del patrimonio cultural, artístico y documental de la Iglesia en esta Provincia eclesiástica.

Han sido innumerables los detalles en los que ha podido apreciarse la conciliación ciencia-fe en la Archidiócesis de Madrid, como la promoción de estudios en torno a san Isidro. También los hubo en los que la Iglesia actuó en la universidad consciente de la necesidad de que un mundo universitario que se aleja de Dios reciba el anuncio de la buena noticia, como la Misión Universitaria convocada por el Cardenal Rouco en 2012.

El propio año 2024 ha terminado con el acto ‘Una nueva política para un mundo de cambio’, en el que el Cardenal Cobo invitaba a vivir el tiempo universitario «como espacio de encuentro, diálogo y amistad», en el marco de la Escuela de Líderes, en el salón de actos de la Facultad de Odontología de la Universidad Complutense de Madrid. El cardenal, quien estudió Derecho también en la Complutense, ha explicado cómo, cuando era universitario… «llegué a la universidad siendo un chico de parroquia y tuve que explicar lo que era». En su experiencia, «discutirlo sanamente en un grupo muy plural te enseña a dialogar y a entender la postura del otro…La amistad con los diversos se la debo a la facultad», sentenció.

Entiendo que yo con mis estudios históricos relacionados con la ciencia en Madrid contribuyo a propagar la conciliación ciencia-fe, en contra de lo que sin cesar propone la historiografía atea.