Benedicto XVI y el timón de la historia, por Teresa García Noblejas
Madrid - Publicado el - Actualizado
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"Yo nunca me he imaginado dando un golpe de timón a la historia". Estas palabras del entonces cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, forman parte de La Sal de la tierra (1997), fruto de sus conversaciones con el periodista alemán Peter Seewald. Hoy, todavía conmocionados por el anuncio del fin de su pontificado, podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que quizá no haya dado "un golpe de timón" pero ha conducido con firmeza y suavidad la barca de Pedro.
Y en algunos aspectos, sí ha dejado una huella indeleble, por ejemplo, en sus catequesis, en sus tres encíclicas sobre la caridad, la esperanza y la verdad, en sus encuentros con los jóvenes (inolvidable la adoración al Santísimo en Cuatro Vientos), en la manera de abordar problemas como los abusos sexuales por parte de sacerdotes (provocando la dimisión en cadena de los obispos que no estuvieron a la altura de las circunstancias y reuniéndose con las víctimas), en su pedagogía sencilla y profunda. Y en su mano tendida a los católicos de China, a los anglicanos que querían ser acogidos, a los cristianos de otras iglesias, a los creyentes de otras religiones. Y en su firmeza en las cuestiones intolerables, dirigiéndose si era preciso a los poderes políticos y económicos e incluso a los obispos y clérigos.
Protagonista, pues, de estos inicios del milenio, Benedicto XVI ha anunciado su renuncia; en medio de las especulaciones, los análisis y los juicios, los creyentes sabemos que Dios tiene la última palabra sobre la historia y proporcionará a su Iglesia un nuevo timonel para la barca, una roca firme en la que asentarnos. Entre tanto, Pedro sigue siendo hoy Benedicto XVI, de quien tomamos una frase para desconcertar a los poderosos y a los que ya hacen cábalas sobre la Iglesia como factor de poder y los pontífices como príncipes: "la elección de lo humilde caracteriza la historia de Dios con el ser humano". En abril de 2005 Benedicto XVI fue la elección de Dios.
Teresa García-Noblejas