Carlos III y Jovellanos, por Fidel García Martínez

Carlos III y Jovellanos, por Fidel García Martínez

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Carlos III y Jovellanos, por Fidel García Martínez

Hace 300 años, un 20 de enero, nacía Carlos III. Efemérides que ha pasado desapercibida por las convulsiones políticas que sufren los españoles por la irresponsabilidad de unos políticos que han hecho de sus ambiciones la razón de toda acción u omisión. España necesita reformas políticas, sociales y económicas de gran calado, como las que intentó rodeándose de políticos ilustres Carlos III, como fueron los asturianos Campomanes y Jovellanos. Carlos III fue sin duda un rey capaz, muy instruido y con una visión de la España de su tiempo renovadora e ilustrada. Los partidarios de la ilustración vieron en el maduro monarca un modelo para que España saliese de su situación de descomposición institucional. El testimonio de Jovellanos sobre lo que supuso Carlos III , lo plasmó en su célebre elogio, una magnífica pieza retórica junto con otras como El Elogio de las Bellas Artes o el Elogio del gran arquitecto Ventura Rodríguez.

Carlos III desde el inicio de su reinado se preocupó reformar sectores tan importantes como la agricultura, la Instrucción del pueblo y la reforma de las bellas artes, que estaban sumidas en un postbarroco sin aliento artístico y plagado de imitaciones vulgares del siglo barroco XVII. Para Carlos III la agricultura necesitaba un reforma integral y profunda con un reparto más justo de las tierras a favor de los verdaderos protagonistas que no eran si no los campesinos y ganaderos. Esta actitud reformista la plasmó Jovellanos en su obra capital, el Expediente de la Ley Agraria. Proponía Jovellanos como lo intentó Carlos III, eliminar los obstáculos que se oponía a la reforma de la agricultura, como eran los mayorazgos y las grandes extensiones de terreno en mano de la alta nobleza y el alto clero, para Jovellanos los verdaderos protagonistas de las reforma eran los agricultura en los que vivían de ella y la trabajaban, no los teóricos especulativos que no tenían ninguna referencia de la misma. Otro sector de la sociedad del siglo XVIII era la instrucción pública a la que Carlos III daba mucha importancia y a la que Jovellanos dedicó mucho esfuerza y tiempo. Su proyecto de Instrucción Pública es realmente maravilloso por el concepto tan elevado que tiene la instrucción fundamentado sobre la educación religiosa católica, la moralidad íntegra y el cultivo de las ciencias naturales. Hablar de educación laicista en Jovellanos, un hombre que recibía el Sacramento de la Sagrada Comunión cada 10 días, es una mentira sectaria.

Lo que realmente significó Carlos III en la España de su tiempo queda perfectamente reflejado en esa pieza oratoria excepcional que es el Elogio. En donde Jovellanos se enardece con la memoria del rey borbón:

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