Católicos y científicos: El Escorial, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
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Católicos y científicos: El Escorial, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
El Monasterio de El Escorial, monumento protegido y a continuar protegiendo mediante métodos científicos, albergó un gran centro de investigación científica del que ahora hablamos. En 1984 fué integrado en la categoría de Patrimonio de la Humanidad el Monasterio y Sitio de El Escorial en Madrid. Construido en el siglo XVI bajo el reinado de Felipe II, su arquitecto Juan de Herrera se inspiró en el Templo de Salomón y en el libro Discurso de la figura cúbica escrito por el beato mallorquín Ramón Llull.
El monarca quiso que en el centro del conjunto, que dicen se asemeja a la parrilla donde san Lorenzo fue martirizado, se situase precisamente el sagrario, como lugar de adoración a la presencia de Cristo en la Eucaristía, cumbre del saber y del conocimiento en ese darse del todo de Dios al hombre. Sorprende este hecho en comparación con lo que ocupa el centro del Palacio de Versalles: el dormitorio del rey. Además del convento de monjes de la Orden de san Jerónimo ? que aseguraban una liturgia continuada- y de las estancias reales, en el monasterio se encontraba la Biblioteca Laurentina, una de las mayores del mundo, que llegó a albergar cerca de 14000 volúmenes y fue concebida como gabinete científico y centro de investigación, por lo que el acceso a ella no sólo de los religiosos, sino de eruditos y sabios de la época, fue una de sus características fundamentales. Felipe II quiso en ella recopilar todo el saber humano, y además fue sede de múltiples objetos astronómicos y científicos. Pero el monasterio albergó además otras estancias directamente relacionadas con la actividad científica experimental: la botica y la destilería.
El rey siempre manifestó un extraordinario interés por la medicina y la farmacia, y en el Monasterio de El Escorial quiso juntarlas con las humanidades y el reconocimiento al único Dios verdadero en obediencia a la Iglesia Católica. La garantía de que los beneficios de ambas recaerían no sólo en la familia real, si no en todo aquel a quien dicho auxilio le fuese necesario, fue fray Francisco de Bonilla, fraile boticario que escribió entender su responsabilidad y actividad como ?un nuevo sacramento de socorro a los pobres. La destilería, construída en edificio anejo ?hoy sede del Colegio Universitario María Cristina, en el que se imparte docencia en la actualidad- fue puesta en marcha por importantes científicos de la época y además hombres de fe, como el napolitano y destilador real Giovanni Vincenzo Forte que, junto con el español y también destilador Diego de Santiago, el vidriero veneciano Guillermo de Carrara, o el benedictino irlandés Richard Stanihurst, contribuyeron a desarrollaren el monasterio las ciencias experimentales. En ella se construyó una Torre Filosofal, según los diseños del también veneciano Pietro Andrea Mattioli, pieza más importante de la instalación, especialmente útil para la obtención de la quintaesencia ?que hoy denominamos alcohol- imprescindible para la extracción de nuevos y más potentes fármacos. Con esta actividad, un monarca católico, inspirado en la unidad del saber, fomentaba la transición desde el galenismo hasta el paracelsismo, contribuyendo además a sentar las bases de lo que hoy conocemos como química médica, la vertiente de la química más útil para el hombre.
Precisamente haciendo uso sin duda de su carisma profético, Benedicto XVI a sugerencia del Cardenal Rouco decidió encontrarse aquí con los jóvenes profesores universitarios en la JMJ 2011, y entonces dijo ?Este monasterio de gran belleza artística, fue testimonio elocuente durante siglos de una vida de oración y de estudio. En este emblemático lugar, razón y fe se han fundido armónicamente en la austera piedra para modelar uno de los monumentos más renombrados de España.