Católicos y científicos: Félix Blanco García
Madrid - Publicado el - Actualizado
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CATÓLICOS Y CIENTÍFICOS: FÉLIX BLANCO GARCIA, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
Como tantos otros personajes anónimos y acaso olvidados, nuestro protagonista ejerció la medicina, la profesión militar y su fe, sin menoscaba alguno de una actividad sobre otra, sino en perfecta complementación, y no hace tanto, en la Edad Media o así: en pleno siglo XX.
Forma parte del elenco que se pretende ofrecer como contrapeso de las afirmaciones de lo políticamente correcto, del laicismo, que ocultan sistemáticamente la verdad de los hechos en su globalidad, y ejercen sobre nuestra fe y conciencias importante desgaste. En el Año de la Fe un empujoncito.
Fue ginecólogo, coronel médico y Director del Hospital General de la Defensa de Zaragoza. Félix Blanco García falleció en Zaragoza a los 86 años, y fue Javier Oretga quien dejó semblanza de su condición de católico y científico en una necrológica en prensa.
En ella comenta que estaba casado y tenía tres hijas y cuatro nietos, entre otra familia. Su esposa, Casilda Vázquez de Prada Vallejo, catedrática numeraria de Bachillerato, se doctoró en 1998 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza con la tesis Configuración de la Intendencia en Aragón en el siglo XVIII, y por ello ha de considerarse también que alcanzó la suficiencia científica, ya que el de la tesis doctoral es el trabajo con el que uno demuestra su capacidad de generar conocimiento original.
Félix Blanco era navarro, nacido en Carcastillo. Hizo Medicina en la Universidad de Santiago de Compostela y desarrolló prácticamente toda su actividad profesional de médico y militar en Zaragoza. Fue el primer diplomado en Ginecología y Obstetricia del entonces Hospital Militar de Zaragoza al que se incorporó en 1959, tras ser inaugurado el actual edificio, y después fue director del mismo hasta finales de los años ochenta.
Sus compañeros y discípulos del hoy Hospital General de la Defensa, así como en el centro Ramón y Cajal, donde ejerció la, le recuerdan con cariño y admiración por su contribución a la Ginecología con escritos y ensayos, tales como el libro Tuberculosis abdómino-genital de la mujer (Institución Fernando el Católico y el CSIC, 1963), un manual de 60 páginas, fruto de su participación en las IV Jornadas Médicas Aragonesas.
También era socio de honor de la Asociación de Ginecología y Obstetricia de Aragón. Polifacético, se interesó no solo por la medicina y la ciencia sino también por el arte, la cultura, la literatura y la poesía. En determinadas fechas, como Navidad, enviaba a sus amigos emotivos versos a modo de felicitación. Fue articulista habitual en publicaciones como la revista Ejército o el Boletín de Ginecología, donde disertaba sobre temas diversos relacionados con esas dos disciplinas. Sus amigos lo recuerdan generoso, erudito, culto y con alto sentido de la responsabilidad y del deber tanto profesional como en su dedicación a la familia.
Era hombre de fe y todo lo enfocaba bajo el prisma de la trascendencia. Para él la Medicina era "arte y ciencia, técnica y doctrina, cuya meta es proteger la salud y curar la enfermedad haciendo de la vida del hombre una empresa de conservación y mejoración". En el citado Boletín de Ginecología escribió sobre El derecho a la vida, aborto y civilización. Sus opiniones
Aparecen recogidas en el libro El aborto en España. Análisis de un proceso socio político. Para el libro homenaje de los amigos del también médico, académico y erudito Fernando Solsona, Félix Blanco escribió El hombre y su circunstancia. En un artículo suyo sobre la trascendencia en la vida del hombre "Dimensión existencial de la vida") afirmaba que " El hombre no es solamente como decía Unamuno: "Un animal que cree en Dios y entierra a los muertos" sino que es una creación divina, que por serlo cree en Dios. Todo lo demás: enterrar muertos, trabajar, pensar, vivir y morir, en resumen, ser, es consecuencia de esta creación o esencialidad divina".