Católicos y científicos: Francisco Almarche Vázquez, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
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Católicos y científicos: Francisco Almarche Vázquez, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC*
Francisco Almarche Vázquez (1875-1927) es otro de los científicos católicos y profesores que contribuyeron al desarrollo pedagógico español que se benefició de pensiones en el extranjero del organismo fundado en plena monarquía católica de Alfonso XIII conocido como la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas JAE, que pensionó a católicos, e incluso a curas, demostrando así que entre sus filas no había personas afines al Frente Popular, que desarrollaría una Persecución Religiosa sin precedentes durante toda la etapa conocida como Edad de Plata y la Guerra Civil. Leoncio López-Ocón recoge lo más relevante de su biografía en la web JAE educa, de donde la información.
Estudió religión en la escuela en el colegio de San José, con una beca de este colegio religioso ingresó en la Universidad de Valencia obtuvo el título de Licenciado en Filosofía y Letras en 1900, y el de doctor en 1904. En 1901 comenzó a dar clases de latín, lengua, literatura, como interino en institutos públicos donde se decía que tenía "celo, laboriosidad y verdadero amor a la enseñanza". También fue archivero-bibliotecario en estos centros de enseñanza. En 1911 solicitó pensión a la JAE para proseguir en Italia las investigaciones que tenía efectuadas en archivos españoles sobre las relaciones marítimas entre la Corona de Aragón y los estados italianos en la Baja Edad Media, entre los siglos XIII al XV. Pensión que no disfrutó por ingresar ese año por oposición en el cuerpo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos haciéndose cargo en su primer destino de la biblioteca de Teruel, pero si en 1912 trabajando en bibliotecas y archivos de Nápoles, Génova, Pisa y Palermo, donde analizó particularmente las fuentes italianas que influyeron en el libro del Consulado de Mar de Valencia. Precisamente trabajó con el historiador y archivero de la catedral de Valencia, el canónigo de quien se consideró discípulo Roque Chabás Llorens (1844-1912), referente de la "intelectualidad católica" de su tiempo a la cual Almarche perteneció.
Fue responsable en Valencia del Archivo del Reino de Valencia y luego del Archivo de la Delegación de Hacienda de Valencia. Simultaneó esas tareas con su labor docente en el Instituto de Valencia, con la dirección a partir de 1920 del Museo de Bellas Artes de Valencia y con sus investigaciones sobre la historia, lengua y cultura valenciana.
Tambien colaboró con periódicos. Sus obras más destacadas según López-Ocón son : "Ensayo de una bibliografía de folletos y papeles sobre la Guerra de independencia publicados en Valencia, 1808-1814", en Publicaciones del Congreso de la Guerra de la Independencia, tomo 3, págs.. 187-361, Zaragoza, 1910; La antigua civilización ibérica en el Reino de Valencia, Valencia, Miguel Gimeno, 1918; Historiografía valenciana: catálogo bibliográfico de dietarios, libros de memoria, diarios, relaciones, autobiografías, etc., inéditas y referentes a la historia del antiguo Reino de Valencia, Valencia, La Imprenta La Voz Valenciana, 1919; "Cerámica de Paterna". "Els socarrats", Archivo de Arte Valenciano, IX, págs. 25-40. Publicado también como folleto por Tipografía Moderna, Valencia, 1926; Noticias topográficas de la ciudad de Valencia: según un manuscrito de Antonio Suárez (siglo XVIII), Valencia, Tipografía Moderna, 1926.
La web JAE educa es una herramienta magnífica para demostrar que las ideologías incluídas en el Frente Popular, que llevaron a cabo una feroz persecución religiosa contra la Iglesia Católica, nada tuvieron que ver con la JAE, que no se inauguró con el advenimiento de la II República, sino en plena monarquía parlamentaria católica de Alfonso XIII, y que contó entre sus dirigentes con creyentes como Leonardo Torres Quevedo, José Marvá Mayer, Miguel Asín ?cura católico-, Ramón Menéndez Pidal o el mismísimo Santiago Ramón y Cajal, en perfecta sintonía con los liberales de la ILE, respetuosos con la religión y muy espiritualistas. Todo ello contribuye a poner en evidencia que el discurso de la memoria histórica no tiene base científica.
* "Como es obvio, lo manifestado en sus artículos no tiene por qué coincidir con el posicionamiento, ni reflejar los puntos de vista de las instituciones en las que desarrolla su actividad profesional".