Católicos y científicos: Julio Martínez Santa Olalla, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
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Católicos y científicos: Julio Martínez Santa Olalla, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
Julio Martínez Santa Olalla (1905 forma parte de esa pléyade de católicos profesos y practicantes dedicados a la arqueología que han buscado la conciliación ciencia-fe y la han encontrado, costándole a más de uno la vida a manos de progresistas laicistas .
Nacido en Burgos en el seno de una acomodada familia con profundas raíces religiosas mantuvo desde su adolescencia una intensa relación con el padre Eugenio Jalhay, un cura católico que le indujo a ingresar con 17 años en la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria, adquiriendo posteriormente una perfecta formación académica en las universidades de Valladolid, Barcelona y Madrid.
Fue discípulo de Hugo Obermaier, cura católico, de la Escuela Cultural de Viena, por lo que estudió alemán por el prestigio que tenía en la época la escuela alemana de arqueología. Julio publicó en los años veinte un estudio sobre la prehistoria burgalesa, y realizó su tesis doctoral dirigido por Obermaier, llegando a ser profesor ayudante del científico alemán, en aquella época máxima figura de la prehistoria española y para quien se había creado la cátedra de Historia Primitiva del Hombre en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. Todo esto y más lo cuenta de maravilla Cristóbal Vera Ramos en su artículo "Julio Martinez Santa Olalla y el nacionalsocialismo: un oscuro y controvertido aspecto del primer excavador científico de Carteia" donde aclara que el hecho de que le tocara acompañar a Himmler en su visita a España ?en fechas en las que los nazis, elegidos democráticamente en Alemania todavía no habían empezado a invadir países y masacrar judíos- no significa en absoluto que comulgara con sus ideas paganas, siendo Julio católico, ni quiere decir que fuera nacional socialista o se hiciera de esta organización, como la historiografía laicista no deja de proponer en sus artículos. Fue pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios para estudiar en Alemania, por lo que queda claro que era bien considerado como arqueólogo antes de la Guerra Civil. Se dedicó al estudio arqueológico de Madrid, en cuyo Museo de los Orígenes y en el Arqueológico Nacional se exhiben muchos de sus hallazgos. Para un profesor de religión o creyente que presente la faceta espiritual de los científicos, puede ser interesante conocer este dato en el momento de visitar uno de los mencionados museos con sus alumnos, ya que si no lo dice él, nadie les hará caer en la cuenta del detalle, muy importante por cierto: no hay más que considerar con qué cuidado oculta la historiografía de la ciencia laicista la religiosidad de los científicos para darse cuenta de lo importante que es hablar de ella.
Julio fue apresado por los demócratas del Frente Popular y llevado para ser asesinado como tantos otros a la Checa de Fomento, de la que salió ileso por intervención directa de Julián Besteiro. Llevado a un campo de concentración francés, de allí le sacó otro cura católico científico defensor de la autenticidad de las pinturas de Altamira: Breuil.
Su actividad arqueológica la hizo al frente de la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas de la que fue director. Publicó su Esquema Paletnológico de la Península Hispánica, sobre orígenes raciales españoles. Lideró la interesante I expedición Paletnológica al Sáhara Español en 1943, y la no menos importante a Guinea en 1946. Por abandono de su titular, Hugo Obermaier, su discípulo Julio Martínez Santa Olalla, que como vimos ya desde 1936 era catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Santiago de Compostela, ocupó interinamente la Cátedra de Prehistoria de la Universidad Complutense desde 1939. La mencionada plaza de Madrid no salió a concurso público de oposición hasta 1954 que la perdió por ganarla otra persona, Martín Almagro Basch, también discípulo del cura católico Obermaier.
Sus últimas intervenciones fueron en el Campo de Gibraltar, excavando Carteia, labor de sumo interés y poco conocida. Bernardo Sáez Martín, que era conservador del Museo de Historia Primitiva en 1939 y fue nombrado ese mismo año colaborador técnico de la Comisaría General de Excavaciones, a la que estuvo vinculado desde su fundación, así como al Instituto Arqueológico Municipal y a los Museos Municipales de Madrid, llegando a pagar de su bolsillo actividades como las excavaciones de la necrópolis visigoda de Villel de Mesa (Guadalajara) en 1943, participó personalmente en todas las empresas culturales de Santa Olalla siendo su más fiel y cercano colaborador.