Católicos y científicos: Mariano de la Paz Graells, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Católicos y científicos: Mariano de la Paz Graells, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Alfonso V. Carrascosa

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Católicos y científicos: Mariano de la Paz Graells, por Alfonso V. Carrascosa, científico del MNCN-CSIC

Graells es todo un mito, y además, probablemente el mayor naturalista español del siglo XIX. Mariano de la Paz Graells (1809-1898)tiene una biografía muy estudiada, y espléndidamente recogida e ilustrada de forma resumida (http://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/patrimonio/personajes/biografia.asp?id=15). No se dedica en ella una palabra a sus creencias religiosas: las tuvo, y muy arraigadas al catolicismo, como muchos otros científicos.

La figura de Graells es enorme, mucho mayor que lo fueron sus patillas, a la moda francesa y denominadas Favoris, inconfundibles. Graells fue el iniciador de la entomología en España, descubriendo especies nuevas de mariposas como la de la foto, la Graellsia isabelae, dedicada a la reina Isabel II, o siendo el primer científico que detectó la llegada de la filoxera a nuestras vides. Otra de sus actividades fue el estudio de la botánica.

Graells desarrolló mucho la vertiente de las aplicaciones de la ciencia. Ocupó la primera cátedra de zoología madrileña tras el fallecimiento de su fundador, e inició la piscicultura, la ostricultura y el cultivo de mejillones, así como la aclimatación de especies foráneas de interés, algo que hizo en su periodo de responsable del Jardín Botánico -donde todavía se conserva un invernadero de plantas construido por él- en el que publicó una de las primeras guías de divulgación y cultura científica escritas en España titulada Paseo instructivo y recreativo para todos, para visitar sus instalaciones.

Graells Participó en la obtención del primer dagerrotipo hecho en Madrid, o sea la primera fotografía, en 1839. Y además de ser el director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, fue Senador del Reino, Comendador de la Real Orden de Carlos III, Oficial de la Legión de Honor, Consejero Presidente del Real Consejo de Agricultura, Industria y Comercio. Alentó la famosa Expedición Científica al Pacífico, de la que formó parte destacada su discípulo Marcos Jiménez de la Espada.

2009 fue el año del bicentenario de su nacimiento. Se celebraron exposiciones y conmemoraciones, y se publicó un magnífico libro en el cual se recogen explícitamente(http://www.madrimasd.org/blogs/biologia_pensamiento/2009/10/26/127590) alusiones a su fe católica. Estudió en los escolapios de Barcelona, como Cajal lo hiciera en los de Huesca: enseñanza religiosa católica que hoy es perseguida.

Graells se hizo bachiller en filosofía y acabó estudiando Medicina. Su sensibilidad hacia los más débiles le llevó a escribir libros como Recursos que ofrecen a los pobres nuestras playas, diciendo al hablar del mar ?imagen de lo infinito, poder de los poderes, abismos insondables, morada de los monstruos, testimonio del diluvio, sepultura abierta del género humano?desean saber dónde, con el sudor de su rostro pueda ganar el pan cotidiano que nos da el Señor todos los días, si procuramos buscarle honradamente en el grande almacén de la Naturaleza?

Graells también escribió en la misma línea Recursos que ofrecen nuestros campos a los pobres, publicándolo en la revista agustiniana La Ciudad de Dios. Fue un admirador de los agustinos, fundadores de la actual universidad del Monasterio de San Lorenzo del Escorial – donde estudiarían José Castillejo y Manuel Azaña entre otros- quienes han custodiado su magnífico herbario hasta nuestros días. Refiriéndose al cometido de su trabajo científico y a cómo éste es compatible con la fe diría?los hombres positivos, los que no derivan, los que mejor saben respetar y apreciar tanto el poder del Creador como los verdaderos derechos del hombre? La naturaleza que tanto estudió fue siempre para él una maravilla cuyos últimos secretos y sentido se encontraban ligados a Dios, siendo su trabajo el describirla como naturalista.

Por respeto a sus convicciones religiosas, con la llegada del darwinismo Graells sostuvo un fijismo moderado, en el que consideraba que los animales existentes eran los ?llamados a repoblar la Tierra? tras el diluvio, frase ésta recogida en su Discurso de recepción a Miguel Colmeiro en la Real Academia de Ciencias.

En su obra "Mastodolgía Ibérica", Graells comenta: "La idea de considerar al ser humano como lo más perfecto de la creación, sería muy discutible si nos refiriéramos á las condiciones meramente morfológicas de la materia que nos constituye, porque la sabiduría infinita del Omnipotente concedió á cada tipo de criaturas toda la perfección necesaria para poder desempeñar cumplidamente las funciones indispensables que su peculiar existencia reclama? el hombre tiene que envidiar ciertas cualidades morales y adoptarlas, si desea ser considerado, con justicia, como el ente más perfecto de la creación".

Graells finalmente evolucionó hacia la admisión de las teorías de Darwin sin ningún problema de conciencia y sin la más mínima pérdida de su fe. Además, durante su colaboración con la Comisión para la formación del Mapa Geológico de la Provincia de Madrid y el General del Reino, desenterró del yacimiento Cerro de san Isidro de Madrid un mamut del género elephas, que depositó en la Escuela de Minas, siendo así otro científico católico más que desarrolló la paleoantropología madrileña,como Vilanova, Aranzadi, Alcobé, Aguirre, Meléndez?.a los que he dedicado en Ecclesia semblanza.

Cuenta su biógrafo, el también naturalista entomólogo R. Agenjo, que ?Hacia el 24 de enero había tenido una especie de ataque gripal, y desde aquella fecha no se encontraba bien. El 12 de febrero no salió de casa, y sus alumnos fueron a ella para dar clase?El 13 se despertó por la noche e hizo que su mujer se levantase, mandando avisar a su hija. Pidió la unción antes que el médico?confesó con el Padre Lozano, de los Agustinos del Beato Orozco? Murió con serenidad plena, como mueren los justos. Comendador de la Real y distinguida Orden Militar de Nuestro señor Jesucristo de Portugal y Caballero Hospitalario de San Juan de Jerusalén, su esquela en El Heraldo de Madrid recogía un anuncio del Cardenal de Santiago y otros prelados en el que se concedían 100 y 140 días de indulgencia por cada misa, sagrada comunión y rosario aplicados por el alma del difunto. El Padre Agustín J. Barreiro le dedicó honrosas palabras.

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