En el convento de Lutero: artículo de José-Román Flecha Andrés en Diario de León (19-1-2013)
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El día 23 de septiembre de 2011 marcó un hito muy importante en el viaje de Benedicto XVI a Alemania. Aquel día el Papa se reunía con los representantes del Consejo de la Iglesia Evangélica Luterana. Y lo hacía precisamente en el antiguo convento de los Agustinos. Allí estudió Teología el fraile Martín Lutero. Y allí fue ordenado sacerdote.
En su discurso, el Papa subrayó que lo que realmente inquietaba al joven teólogo era la cuestión de Dios. Esa fue la pasión profunda y el centro de su vida y de todo su camino. "¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?" Esa era la pregunta que le penetraba el corazón y orientaba toda su investigación y su reflexión.
Dirigiéndose a los luteranos de hoy, Benedicto XVI señalaba que esta ha de ser también hoy la preocupación de todos los cristianos. En un mundo secularizado, es necesario plantearse las razones de la ausencia de Dios. En este momento, la cuestión de Dios es el vínculo que ha de unir hoy a católicos y evangélicos.
Es cierto, sin embargo, que ese desafío no ha de permitirnos rebajar las exigencias de la fe o adulterar su contenido. "No serán las tácticas las que nos salven, las que salven el cristianismo, sino una fe pensada y vivida de un modo nuevo, mediante la cual entre Cristo en nuestro mundo, y con Él el Dios vivo".
Pero el Papa no se fijaba solamente en el mundo secularizado. Ante los luteranos, recordaba que en los últimos tiempos está cambiando la geografía del cristianismo. Hay nuevos grupos que se multiplican con un inmenso dinamismo misionero, aunque con poco bagaje racional y dogmático y con poca estabilidad.
También ante ese desafío es preciso revisar la fe, las convicciones y los comportamientos de las comunidades confesionales históricas. Todas ellas han de preguntarse qué es lo que permanece siempre válido y qué es lo que puede y debe cambiarse en la comprensión y la vivencia de la fe.
Estas cuestiones son evocadas aquí con motivo del Octavario de oración por la unión de los cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. La unidad que quería Jesús para todos los cristianos no podrá alcanzarse sin la oración. La oración creyente y sincera ha de inspirar y mantener la voluntad de encontrarse en el amor.
Además, será necesario preguntarse por la rectitud del comportamiento ético que se espera de todos los cristianos, sean católicos, evangélicos u ortodoxos. La responsabilidad moral es uno de los signos que indican nuestra aceptación del Evangelio. No basta con unirnos en lo que creemos. Es preciso concordar también en el modo de comportarnos ante los grandes deseafíos.
Y, además de la oración y del comportamiento moral, tendremos que revisar la sinceridad y la forma de nuestro testimonio de fe en el mundo de hoy. La cuestión de Dios que inquietaba a Lutero ha de llevarnos a vivir en el mundo como testigos del Dios y Padre de Jesús. Y como testigos de una nueva y generosa fraternidad.
José-Román Flecha Andrés