¿Enseñanza religiosa escolar?

¿Enseñanza religiosa escolar?

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Una escuela que no sirve, no sirve para nada. Lo peor que puede ocurrir en este sentido es que la escuela se entienda como un instrumento para servirse de ella, para sacarle provecho propio, entonces el bien interno de la misma queda confundido y pervertido, en las instituciones políticas, sociales, culturales y eclesiales, que deberían tener como criterio básico el servicio de a la comunidad, sin buscar intereses propios. Traigo el tema a colación de la problemática que está suponiendo la pretendida reducción de la presencia de la Religión en la Escuela como enseñanza dentro del currículum escolar de secundaria y bachillerato. Tensión que se viene produciendo continuamente de un modo irracional, porque de ninguna manera la viven a diario ni los alumnos, ni los padres, ni los profesores de religión en su relación con los otros, salvo anécdotas y excepciones que nada tienen de generales. Lo general suele ser de una convivencia sana, agradable, positiva, de un ejercicio de libertad y de pluralidad excelente.

Marionetas y fundamento

Ni que decir tiene que este baile no es solo con la enseñanza religiosa escolar, sino con la escuela, no tenemos que ver nada más que lo que están siendo las leyes de educación a nivel estatal y las correspondientes adecuaciones autonómicas de las mismas. Aquello que podría hablar de proceso, perfección, profundización, pluralidad, servicio, bien público y comunitario, estabilidad, se convierte en incertidumbre, mareo, tensión, conflicto, pelea, desprecios, exclusiones. Y como marioneta de esta sin razón entra en juego, como muñeco de feria al que se le puede tirar con escopetas de mal ajuste, la enseñanza religiosa escolar, aunque tampoco faltan otras. Sabiendo que en nuestra región los problemas más graves son la pobreza y el fracaso escolar, que suelen ir juntos.

Por qué violentar lo pacífico

Sin entrar en otras valoraciones, solamente datos muy sencillos, la cantidad de ciudadanos que eligen para sus hijos en edad escolar esta materia como optativa en las escuelas públicas, los que eligen y desean colegios de inspiración religiosa, los que la eligen en bachillerato cuando tiene consideración normal, los profesores que la imparten, los alumnos universitarios de magisterio que optan por prepararse optativamente para poder impartir la enseñanza religiosa escolar, atendiendo a su pedagogía y didáctica específica ?tarea en la que llevo veinte años en la universidad de Extremadura-. Por otra parte, la realidad social, cultural y religiosa que nos rodea y forma parte de nuestra historia y común acervo, amén de la interculturalidad e interreligiosidad en la que tenemos y debemos saber vivir. La necesidad de una educación sana y no excluyente en el ámbito de lo religioso para evitar todo extremismo y fundamentalismo en el mismo, creo que no hay que explicar mucho este dato en los momentos que estamos viviendo en la actualidad.

Distingamos

A esto se une la clara distinción entre catequesis y enseñanza religiosa escolar, con un currículum elaborado con objetivos y contenidos claros, como los de cualquier materia, y conectados directamente tanto con las áreas de conocimiento así como con el desarrollo de las competencias básicas. De esto hay un desconocimiento total en los que hablan de la religión en la escuela ?incluida la universidad- y, sobre todo, de los que consideran que anularla es liberar o educar a los alumnos. La realidad de valores que implica la verdadera enseñanza religiosa escolar y la conciencia de ciudadanía y servicio que genera su visión de lo humano y lo común, a nivel local y universal. Amén del sentido de la vida.

Pero además, miremos a toda la comunidad europea y veamos cómo se establece esta presencia de la enseñanza religiosa escolar en el ámbito escolar, tomemos nota de la racionalidad y lo razonable de los planteamientos que se dan en ellos, así como de las razones con que lo fundamentan y no queramos ser más que nadie.

Considero normal que se exija una buena enseñanza religiosa escolar, que distinga lo que es la formación catecumenal e iniciatoria que se hace en las comunidades cristianas, generalmente en las parroquias o en espacios religiosos específicos, fuera de horarios y reglamentos escolares, basada en pedagogías y didácticas muy distintas a las escolares, con personas preparadas para ello de un modo distinto a cómo se preparan los profesores de religión. Pero no tiene, ni puede tener sentido esta violencia permanente frente a esta realidad que está tan normalizada e integrada en nuestro sentido de escuela y que convive perfectamente en una realidad de optatividad y pluralidad.

Profesores heridos y el diálogo

Los profesores de religión se sienten violentados, como cualquier otro colectivo de trabajadores de la enseñanza, y sus lemas tienen que hacerlos tan duros como los demás, para poner en la mesa su dolor, sus miedos, su inestabilidad y la poca valoración de su formación y su quehacer, pero la verdad es que junto a sus reivindicaciones, yo solo pediría que la Escuela sea respetada en su verdadero bien interno: "la educación integral de los alumnos en todas sus dimensiones sin excluir la trascendente". Nadie debería, porque es un valor sagrado, querer poner la escuela para su servicio; respetemos esta realidad que pertenece a la sociedad, que debe estar en mano de la ciudadanía, especialmente de los padres de los alumnos, y entendamos que todos los demás, todas las instituciones ?políticas, sociales, eclesiales- no hemos de hacer otra cosa que respetar totalmente ese bien interno y no corromperlo. Hacerlo de otra manera es herir, excluir y romper lo que hoy es armonía en medio de un mundo que no anda sobrado de interculturalidad ni de interreligiosidad. Exijamos que la enseñanza religiosa escolar sea realmente lo que su nombre indica y nos encontraremos todos.

Y por favor dialogen y escuchen a la comunidad educativa de base, los padres en primer lugar. Seguro que es posible un buen diálogo entre instituciones, especialmente la Junta de Extremadura y la Provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz en este caso.

José Moreno Losada. Profesor de Pedagogía y Didáctica de la Enseñanza Religiosa Escolar.

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