Estuve en la cárcel y me visitasteis, por Fidel García Martínez

Estuve en la cárcel y me visitasteis, por Fidel García Martínez

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Estuve en la cárcel y me visitasteis, por Fidel García Martínez

La visita pastoral del Papa Francisco a las periferias de México, incluido el Palacio del Presidencia del Gobierno del Estado, donde ha sido recibido con exquisita cortesía por el Presidente Peña y muy especialmente por su señora, ha roto una tabú que parecía irrompible, debido al carácter marcadamente laicista del gobierno mexicano, que nada tiene que ver con la realidad profundamente católica del pueblo mexicano. Algunos masones han puesto el grito en el averno por la osadía del presidente Peña por recibir al Papa de Roma en el palacio propiedad casi del PRI.

La visita del Papa Francisco ha descolocado a muchos de dentro y a todos de fuerza. El Papa es profundo sin petulancias teológicas escolásticas: su capacidad de convicción es proverbial sin alardes proselitista; con su ternura-terapia ha llegado más allá de todos los cálculos de pastoral de salón; prepara concienzudamente sus viajes y luego se confía de la acción del Espíritu Santo. Si algo estremeció de su reciente viaje al México profundo, cuyo símbolo es Ciudad Juárez, que por unas horas que pasó en la ciudad más peligrosa del Mundo, la más espiritual, gracias a la presencia del Papa Francisco, quien con su encuentro con los reclusos, dio el ejemplo más claro de su profunda humildad, el mismo se puso como ejemplo de la Misericordia Divina. Gracias a la magnífica transmisión de la cadena de la Madre Angélica, EWNT, todo el que quiso, pudo contemplar la piedad intensa de muchos reclusos y reclusas, cuyas lágrimas de arrepentimiento emocionaron profundamente al Papa, quien con ternura abrazó a muchos de ellos. Con profundidad y sin demagogia reconoció la realidad de las prisiones, sintetizada las inteligentes palabras de una reclusa que no se interrogaba a sí misma por qué estaba allí, sino para qué estaba.

Ante los empresarios reivindicó la Doctrina Social de la Iglesia, que es mucho más que un simple placebo intermedio entre capitalismo y socialismo. Esa Doctrina Social que el Papa conoce a la perfección y aplica con perspicacia, frente a los clérigos y laicos seducidos por el mito de Cristianos por el Socialismo, del que algunos que se llamaban católicos y no dudan en tomar medidas que atacan a la Iglesia en su doctrina social y educativa.Fidel García Martínez