El Foro Davos y la Carta a los Efesios
¿Quién manda en el mundo? ¿Quién lleva la historia? El de siempre, Dios, cuyo reino no tendrá fin
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Hoy se reúnen de nuevo en Davos aquellos que han manifestado querer gobernar el mundo. La verdad es que dan un poco de miedo, tanto por lo que hacen como por lo que dicen. La cosa es que no es de ahora lo de querer gobernar el mundo.
Hay, diríamos, una aspiración a tener todo el poder, y no sólo ahora. Es de particular interés a este respecto retrotraerse a los tiempos en los que el orden mundial era el Imperio Romano, a los tiempos de Cristo, vaya, cuando prácticas como el infanticidio, los combates a muerte, las perversiones sexuales como la pedofilia y otras, la esclavitud…eran consentidas. Sólo puede ser calificado de milagroso el hecho de que el cristianismo saliera adelante precisamente en medio de un orden mundial feroz, implantado y activo, con herramientas como la violencia física extrema entre otras. Pienso que puede ayudar el reflexionar sobre cómo se comportaban quienes fundaron la Iglesia en esos tiempos, y de qué hablaban. Uno de ellos fue Pablo, de Tarso. Como es sabido escribió varias cartas que, con el paso del tiempo, han llegado a ser reconocidas por la Iglesia como Palabra de Dios.
Una de ella es la Epístola a los efesios. Dice la Biblia de Jerusalén que cuando Pablo escribió esa carta era un viejo, y estaba preso. La carta se la dirigió a sus amigos de Éfeso. Uno podría pensar que en ella lo lógico es que hubiera puesto ’Oye, venid a por mí a sacarme de aquí, porque esta autoridad internacional injusta me está maltratando, y no es que no me deje pensar como quiera, sino que me apresa por ello’…pero lo cierto es que en esa carta no usa una palabra en este sentido: parece estar a otra cosa.
La carta tiene un tono eminentemente espiritual. La condición de estar preso la menciona tan sólo un par de veces, quitándole así dramatismo s su situación personal, algo que muchos deberíamos de hacer hoy en día. ‘Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura’ parece resonar en toda ella. Comienza con un bellísimo canto de bendición a Dios, Padre de Jesucristo, y finaliza llamando a los efesios al combate espiritual, que debe ser el primero, diciendo: ‘Revestíos de la armadura de Dios para poder resistir las asechanzas del Diablo’. Desde luego que eso no significa directamente caer en la inacción, pero señala lo que debe primar, lo que es verdaderamente importante, porque como dice el salmo ‘El Señor reina, la Tierra goza, se alegran las islas innumerables’.