(III) El Padre Francisco Méndez: Padre de los pobres, por fray José Borja
Madrid - Publicado el - Actualizado
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(III) El Padre Francisco Méndez: Padre de los pobres, por fray José Borja
Después de la devoción a la Sagrada Eucaristía la que más resalta en la vida del piadoso fundador era la devoción honda, ferviente y ternísima a María Inmaculada. Ya de niño gozaba lo indecible adornando con florecillas, que recogía en el campo, el altarcito de la Virgen que en su casa tenía; su nombre figura después en varias Congregaciones marianas, especialmente en la de San Luis, que presidió durante muchos años, como dijimos al principio, y en todos los instantes de su vida, en sus palabras, en sus escritos y en sus obras se manifiestan con claridad meridiana los más tiernos y profundos sentimientos de amor y veneración a la Virgen.
A las fiestas y advocaciones de María aparecen vinculadas sus piadosas fundaciones y así, ante la imagen de la Virgen de las Victorias velaron sus armas las primeras Trinitarias y el día de la Purificación de la Virgen tuvo lugar la inauguración de su Instituto y a la Virgen del Buen Consejo, de quien era devotísimo, encomendó el Patronato y custodia de todas las casas.
Hijas mías, solía repetir con frecuencia, en vuestras dudas, en vuestras penas, en vuestras luchas, en vuestras vacilaciones y caídas, acudid siempre a María, porque un solo suspiro de esta Señora es de más valor y más poderoso ante Dios, que todas las oraciones de los Santos y de todos los justos de la tierra.
Él, por su parte, en los últimos años de su vida, emprendió diversas peregrinaciones a los más famosos santuarios de la Virgen y era de ver aquel anciano venerable, escalando animoso las cumbres de las montañas, descalzo muchas veces, en ayunas o pidiendo limosna, y postrándose luego ante los pies de María implorando fervorosamente y con los brazos en cruz el auxilio y protección de la celestial Señora para sus Hijas amadísimas.
(Adaptado de un tesoro de libro)