La fe en Jesús de Nazaret salva al pecador

La fe en Jesús de Nazaret salva al pecador

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La fe en Jesús de Nazaret salva al pecador

El evangelista Lucas nos cuenta que en una ciudad de Galilea, un fariseo, llamado Simón, con ánimo de tentar a Jesús de Nazaret, le invita a comer en su casa. Una mujer pecadora pública conociendo que se hallaba allí entra en su casa con un frasco de alabastro de perfume, se postra a sus pies, comienza a llorar, con sus lágrimas los moja, seca con sus cabellos y los unge con su perfume. Al verlo el fariseo pensaba: "Si este fuera profeta sabría quién es y de que clase es esta mujer que le está tocando sus pies, pues es una pecadora". Los fariseos llamaban pecadora a la mujer perversa en costumbres o que no observaba las tradiciones farisaicas.

Jesús conociendo sus pensamientos le dice: "Simón, tengo algo que decirte. Un acreedor tenía dos deudores, uno debía quinientos denarios y otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?". Simón responde: "Supongo aquel a quien le perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".

Se vuelve hacia la mujer pecadora y dice a Simón: "Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para lavar los pies, en cambio ella ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste un beso, en cambio ella desde que entró en casa, no ha dejado de besarme los pies. No me ungiste la cabeza con aceite, en cambio ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados porque ha mostrado mucho amor." Entre los judíos había la costumbre de que un invitado al entrar a comer a una casa, el anfitrión debía ofrecerle agua para lavarse los pies, besarle y ungirle la cabeza con un perfume.

Jesús dirigiéndose a la mujer pecadora pública, le dice: "Tus pecados te quedan perdonados". Los restantes comensales que debían ser fariseos como su anfitrión, pensaban interiormente: "¿Quién es este que hasta perdona los pecados?". Pero Jesús le dice a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz" (Lc. 7, 36-49).

Lucas es el único de los cuatro evangelistas que relata este precioso episodio de la mujer pecadora y el de la resurrección del hijo de la viuda de Naín. Sin embargo, no concreta el nombre de la mujer ni él de la ciudad. Creemos que esta mujer pecadora no es María Magdalena, ni María de Betania, sino otra tercera mujer, y que la ciudad, tal vez, sea Naín, ya que Lucas lo relata a continuación de la milagrosa resurrección del hijo de la viuda de Naín.

La primitiva comunidad cristiana dio mucha importancia a estos dos episodios siendo muy leídos, predicados, recordados y admirados en la Iglesia. Jesús les dirá a los hipócritas escribas y fariseos: "Las mujeres pecadoras públicas os precederán en el Reino de Dios o de los Cielos". Porque, si bien ellas comercian con su cuerpo, los escribas y fariseos comercian con la mentira engañando a sabiendas.

Por este episodio, concluimos que el amor perdona los pescados de las personas y que la fe en Jesús de Nazaret las salva, haciéndolas miembros del reino eterno de Dios o de los Cielos. De ahí, que si queremos que Dios Padre perdone nuestros pecados y que Jesús de Nazaret nos salve dándonos la vida eterna en la casa de Dios Padre, tenemos creerle y amarle.

José Barros Guede

A Coruña,13 de septiembre del 2013