Las cinco propuestas de futuro de Manuel Martínez-Sellés ante el aborto

El presidente del Colegio de Médicos de Madrid asegura que la esencia de la profesión médica es el compromiso por la defensa de la vida

La vida

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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M

países como EE.UU. y Polonia, que nos precedieron en años/décadas en la legalización del aborto, están dando marcha atrás, nuestro gobierno ha decidido ir en dirección contraria. Ya tenemos vigente una ley que ¡criminaliza! la información y oración a, y por, las mujeres que van a abortar. Una fragante limitación del derecho a la libertad de expresión. A esto se une la nueva ley del aborto, cuyo anteproyecto ha aprobado el Consejo de Ministros. En vez de intentar evitar esta lacra de nuestra sociedad, nuestros gobernantes parecen interesados en promoverla, quitando la obligatoriedad de proporcionar información, eliminado el corto periodo de reflexión de tres días, extendiéndolo a las chicas de 16 y 17 años sin permiso paterno y banalizándolo cada vez más, con una práctica que se empieza a ver como un método anticonceptivo. Actualmente más de un tercio de las mujeres que abortan lo han hecho previamente. Esta reforma, traerá aún más desatención a mujeres vulnerables, que son de forma muy mayoritaria las que terminan abortando.

Además, la ley incluye la obligatoriedad de realizar un listado de médicos objetores, en un claro intento por limitar el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales. La objeción debe ser confidencial y, en ningún caso, puede implicar una discriminación del objetor. Este listado de facultativos objetores es claramente un medio de presión para vulnerar este derecho, todo el que lo ejerza quedará fichado en una lista negra que se podrá utilizar con efectos laborales de contratación, renovación de puestos de trabajos, promociones y ascensos. La objeción de conciencia es un derecho fundamental reconocido en la Carta Europea de Derechos Humanos y garantizado en nuestra Constitución. Ninguna normativa puede regularlo y mucho menos limitarlo. También nuestro Código de Deontología Médica señala que el reconocimiento de la objeción de conciencia del médico es un presupuesto imprescindible para garantizar la libertad e independencia de su ejercicio profesional. Poner trabas a la objeción de conciencia es amordazar a los que piensan distinto, comprometiendo la libertad del profesional y es un ataque frontal a la relación de respeto y confianza entre médico y paciente.

Desde la Medicina no debería ser necesario recordar el compromiso por la defensa de la vida, esencia de nuestra profesión, ya reconocido en un juramento hipocrático que hace casi dos mil quinientos años prohibía de forma clara el aborto. También reconoce este compromiso a favor de la vida el Código Español de Deontología Médica en sus artículos 51.1: «El ser humano es un fin en sí mismo en todas las fases del ciclo biológico, desde la concepción hasta la muerte. El médico está obligado, en cualquiera de sus actuaciones, a salvaguardar la dignidad e integridad de las personas bajo sus cuidados». Y 55.1: «El médico está al servicio de preservar la vida a él confiada, en cualquiera de sus estadios». Este último artículo añade que el hecho de que una mujer decida abortar «no exime al médico del deber de informarle sobre las prestaciones sociales a las que tendría derecho, caso de proseguir el embarazo, y sobre los riesgos somáticos y psíquicos que razonablemente se puedan derivar de su decisión».

La vida humana empieza con la fecundación, algo biológicamente incontrovertible, también legalmente reconocido desde 2011 cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea lo reconoció: «Constituye un embrión humano todo óvulo humano a partir del estadio de la fecundación…». No hay, por lo tanto, ninguna duda acerca de la naturaleza humana del nuevo ser y los eufemismos no caben en la materia. Como decía el Dr. Jérome Lejeune: «La vida comienza en el momento en que toda la información necesaria y suficiente se encuentra reunida para definir un nuevo ser. Comienza, por tanto, exactamente en el momento en el que toda la información aportada por el espermatozoide se une a la aportada por el óvulo. Desde la penetración del espermatozoide se encuentra constituida una realidad nueva. No es un hombre teórico, sino que es ya quien más tarde llamaremos Pedro, Pablo o Magdalena».

La ciencia avala, pues, que la vida humana empieza en el momento de la fecundación. Pero, además, cada vez conocemos mejor el desarrollo embrionario posterior, que es muy rápido. Estudios recientes muestran ya un latido cardíaco 16 días después de la concepción, cuando muchas madres ni siquiera sospechan que están embarazadas. Pese a estas evidencias científicas y al reconocimiento legal del no nacido, el aborto es legal y gratuito en España, lo pagamos todos con nuestros impuestos. Ahora bien, si una mujer decide seguir adelante con su embarazo no se le da el importe económico equivalente. Y esto en un país que vive un auténtico suicidio demográfico, con la natalidad en mínimos históricos. Por cierto, la nueva ley incluirá también una baja de hasta cinco días tras abortar, que también pagaremos entre todos.

Hasta aquí la triste situación que tenemos. ¿Y ahora qué? ¿nos damos por vencidos? Aunque, humanamente, reconozco que pueda existir esa tentación, los que tenemos fe sabemos que, al final el Bien triunfará. Nos toca contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, para que esto suceda. Tenemos muchos recursos, paso a detallar los que, creo, son los más importantes:

1. Informar

El aborto es la primera causa de muerte en nuestro país y a nivel mundial. Dar a conocer su triste realidad es una labor en la que nunca pondremos suficiente empeño. Yo, en lo que más creo es en el boca-a-boca, en la relación personal, con los que tenemos cerca. Pero, cada vez más, los medios de comunicación, las redes sociales y las aplicaciones de mensajería, frecuentemente usados de forma equivocada, pueden ser muy útiles para trasmitir la verdad. Pongo solo dos ejemplos de una lista que es muy numerosa. Pocas personas seguirán defendiendo el aborto después de ver la película

. Cuánto bien ha hecho el video documental

de

y

, con casi cuatro millones de visualizaciones, cuyos ingresos han ido íntegramente destinados a centros de ayuda a la embarazada. En esta información que nos toca trasmitir de forma persistente y valiente, hay que incluir la necesidad de concienciar sobre la frecuente y triste realidad del aborto preimplantatorio, como el que pueden producir los DIUs y la mal llamada píldora del día después.

2. Trabajar el día antes

En una sociedad que parece apostar por la píldora del día después, urge realizar una adecuada formación humana y afectivo-sexual. Una formación que difunda la cultura de la vida desde la fecundación, especialmente en niños y en jóvenes. Es apremiante dar a conocer la realidad biológica de vida intrauterina. Tenemos que acostumbrarnos a felicitar a todas las embarazadas y a ver cada nueva vida, incluso las concebidas en circunstancias difíciles, como un don. El mejor lugar para conseguir esta formación integral es la familia. Idealmente con apoyo por parte del colegio. Lamentablemente el enfoque adecuado de la educación afectivo-sexual de los jóvenes es cada vez más raro en las instituciones educativas. Sin defender un aislamiento tipo «opción benedictina», sí creo que los padres tenemos la obligación de buscar una coherencia entre lo que enseñamos en casa y lo que reciben en la escuela/colegio/instituto. Entiendo que esto puede significar sacrificios importantes, llevar a los niños a un centro lejano, un sobrecoste, etc. Pero nos jugamos mucho en esto.

3. Luchar

Tenemos que exigir ayudas a la maternidad y a la natalidad. Como ciudadanos y electores podemos solicitar que se facilite la reinserción de las madres y que existan ayudas desde el momento de la concepción. Necesitamos presencia social, no solo celebrando el día de la vida el 25 de marzo y participando en eventos y manifestaciones (que también), sino siendo activos en foros prepolíticos y políticos. Nuestro voto debería ir a partidos que, de verdad, defiendan la vida. Tenemos que ser firmes, desde la caridad, sin juzgar a personas, pero condenando actos que se realizan dentro de una cultura de la muerte que es cada vez más dominante. Denunciemos las instituciones que promueven el aborto. Luchemos de la mano de la belleza de la vida, desde el amor al prójimo, con el convencimiento de tener la razón de nuestro lado, pero luchemos con paz, tranquilidad, respeto y firmeza.

4. Apoyar los di(s)capacitados

Pero apoyarlos siempre, toda aquella persona con minusvalías, discapacidad o diversidad funcional merece respecto desde su concepción, tanto antes como después del parto. Resulta un contrasentido promover los derechos de los discapacitados ya nacidos mientras se guarda un silencio cómplice ante la masacre continua y discriminatoria de miles de hijos antes de nacer. Debemos denunciar las prácticas eugenésicas que están convirtiendo al nacimiento de niños con síndrome de Down u otras alteraciones como una excepción. El derecho a la vida ha sido frecuentemente planteado y defendido por las organizaciones de personas con discapacidad. La Coalición Internacional de la Discapacidad defiende la prohibición de que la discapacidad sea una justificación para abortar. El valor de inclusión se basa en la aceptación y el respeto igual para todos, incluidos los que son diferentes por tener una discapacidad, independientemente de que estén dentro o fuera del vientre materno. La estigmatización social, las presiones económicas y la falta de apoyo de la administración, terminan suponiendo una auténtica coacción a los padres. Unos padres que frecuentemente se acaban inclinando por un aborto eugenésico cuando atisban cualquier contrariedad con su hijo. Debemos luchar para que las mujeres que deciden dar a luz un hijo con discapacidad perciban apoyo y respaldo explícito de nuestra sociedad, con garantías y ayudas sociales concretas, pero también en forma de comprensión y aceptación de la diferencia.

5. Orar

Todas las acciones previas son importantes y factibles para todos los que defienden la vida y no tienen el don de la fe. Es importante recordar que la defensa de la vida es totalmente entendible desde el punto de vista exclusivamente humano/antropológico. Un ejemplo es

, una organización estadounidense de ateos, agnósticos y humanistas que defiende los valores provida desde esta perspectiva. Ahora bien, los que tenemos la suerte de tener fe, nos encontramos con más motivos para defender la Vida y un arma muy potente para hacerlo: la oración. Es muy necesario rezar por las mujeres que abortan, por sus hijos mártires antes de nacer, por los profesionales que, traicionando su juramento hipocrático, lo practican, por los gestores de abortorios que se lucran con un negocio manchado de sangre, por los políticos que permiten leyes inmorales. También debemos orar por todas las embarazadas, en particular por las que dudan si seguir adelante con la gestación, por tantas instituciones que luchan por la vida, apoyando a mujeres embarazadas. Recemos por esas mujeres (aunque el gobierno lo considere delito), y por todos los que contribuyen dando un futuro a esos niños que, sin su apoyo, corren el riesgo de ser abortados.

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