La leyenda negra de Galileo, por Fidel García Martínez

La leyenda negra de Galileo, por Fidel García Martínez

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La leyenda negra de Galileo, por Fidel García Martínez

Cuatrocientos años después se sigue propalando mentiras sobre la cacareada y nunca producida tortura a Galileo Galilei, uno de los episodios más famosos de la historia de las relaciones Fe y Ciencia. Es el paradigma de la gran leyenda negra contra la Iglesia Católica, que algunos utilizan con papanatismo para acusarla de ser enemiga del progreso, otro de los tópicos de la misma leyenda negra. Muchos católicos e incluso sacerdotes sólo saben de Galileo lo que dicen los adversarios, creen más a ellos que lo que hoy sostiene la Iglesia Católica.

Del proceso de Galileo hasta el siglo XIX apenas se conocía algunas anécdotas porque los procedimientos del Santo Oficio habían permanecido secretos. Todo cambió cuando Napoleón en su afán casi infinito de rapiña se llevó los documentos del Vaticano a Francia. Quienes utilizan el caso de Galileo para criticar a la Iglesia Católica apenas conocen la realidad de un proceso largo y complicado en el que intervienen muchos personajes durante varios años en circunstancias muy complejas. La realidad es que Galileo nunca estuvo en la cárcel; murió de muerte natural a los 78 años y publicó su obra más importante después del famoso proceso. Se debe afirmar sin ningún sentido de la vergüenza, porque es verdad que la ciencia moderna tal como la conocemos hoy nació en la Europa Occidental Cristiana. Durante mucho tiempo la Ciencia y la fe coexistieron en paz y armonía, incluso los grandes científicos como Kepler, Galileo y Newton, Descartes se sirvieron de ella no para demostrar científicamente la Existencia de Dios sino para apoyarla. Dios no puede ser la conclusión de una prueba de la ciencia experimental. No fue así durante la Revolución Francesa, cuando se guillotinó a la gran Lavoisier, padre de la química moderna.

La realidad no el mito es que Galileo siempre se consideró, con sus defectos y pecados como buen católico. Jamás pretendió atacar a la Iglesia, como airean los que desconocen todo del famoso proceso. Sí estuvo en lo cierto Galileo cuando se preocupó y mucho por las impertinencias de algunos clérigos que extralimitándose en sus funciones y conocimientos, condenaron la teoría de Copérnico que no era sacerdote, quien propuso que la Tierra no está en el centro del Universo, sino que gira alrededor del sol, además dedicó su trabajo al papa. Para Galileo la ciencia y teología no son incompatibles siempre que no mezclen sus métodos y argumentos, porque tanto la Escritura como la Naturaleza son obra del mismo Creador.

La Iglesia Católica hoy, después de los pronunciamientos de los Papas San Juana Pablo II y el Papa emérito, Benedicto XVI, sostiene que la cuestión principal que pervive después del mito Galileo es a libertad de pensamiento, de investigación y de expresión más que el fallo de Galileo para probar el movimiento de la tierra. Los intentos de San Pablo II de dar carpetazo al mito de Galileo, aunque na han acabado con las sospechas infundadas, sí han supuesto unas nuevas líneas de investigación más acordes con la realidad de los hechos. Galileo fue tan católico como copernicano.

Fidel García Martínez