El mayor regalo, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El mayor regalo, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
No hace mucho que vi en casa, en el ordenador, en una de esas tardes que no sabes que hacer y te sientas delante de la pantalla y el teclado, un testimonio que me dejó impresionado, y que me encargué de recomendar a mis seres queridos. Era Facundo Cabral, hablando del día que perdonó a su padre. Me inundó un gozo similar al que hoy he experimentado viendo un pase de "El mayor regalo", película de Juan Manuel Cotelo en la que no es solo un testimonio, sino muchos, los que se suceden, de perdón más allá de las fuerzas humanas.
Me gustaría comenzar calificándola con una terminología que por mi profesión conozco. Se trata, créanme, de una película científica sobre la existencia de alguien capaz de cambiar los corazones de las personas que, con toda razón, están más que justificadas, como mínimo, para odiar, e incluso cambiar el de otras a las que, de repente, se les caen las escamas de los ojos y son capaces de ver y descubrirse a sí mismos como el origen del mal de otros, de dirigirse a ellos y de pedir perdón. En estas fechas en las que se celebra en toda España la Semana de la Ciencia, ver esta película es una clara ocasión para que los argumentos, los hechos concretos, las pruebas científicas, nos convenzan, con la ayuda de Dios, de lo que realmente importa.
Es difícil no emocionarse durante el transcurso de alguno de dichos testimonios, y mira que yo no soy de mucho emocionar. Pero lo más importante no es la emoción, un sentimiento pasajero, sino el diálogo que se ha establecido durante el transcurso de la película entre Jesucristo y mi persona. Otra película ha sido activada en mi cabeza, por la que han pasado aquellos a quienes tengo que pedir perdón, y aquellos a quienes tengo que perdonar, pero no como una exigencia, sino como la consecuencia de que alguien, del que han hablado los protagonistas de la película, está vivo, y vuelve del cementerio cada vez que lo necesito para infundirme su gracia, su vida misma en mí, y dar testimonio a mi espíritu de que la muerte ?la soberbia y el odio- ha sido vencida por Dios Padre, en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo puedo, podemos, participar de esta victoria hoy.
La película se estrena pronto. Debéis de ir a verla para ponernos a tiro de poder practicar la misericordia, y para que Juan Manuel Cotelo pueda seguir en la brecha, ayudándonos a entrar en contacto con quien no quiere siempre, y está dispuesto a regalarnos su misma vida con tal que extendamos la mano.
Gracias.