In memoriam Ennio Morricone: Compositor místico y sacro
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Se cumple un mes de la muerte de Ennio Morricone el más ilustre compositor de bandas sonoras para el cine y premio póstumo de los Premios Princesa de Asturias.
Maestro, huésped de lo divino que llenó el cine de música, compuesta de amor y melancolía, de pasión y muerte y gloria; prodigio de armonía silenciosa y romántica tú hizo del cine, paradiso; del desierto tenebroso lugar de lucha y muerte, triste campo de batalla seco madriguera de lobos y chacales en donde buenos, feos y malos se juegan la vida y o la muerte por un millón de dólares disparando con sus revólveres, balas guiadas por el silbido de los aires ardientes y por oscuros graznidos de aves de rapiña. En la ciudad los intocables duros y honestos policías de érase un vez América, a la que limpiaron del crimen mafioso, impío y cruel sanguinario y mortal.
Ennio Morricone músico honesto genial y creyente con vocación de rapsoda en misión sagrada para reivindicar la arrasada la paz de las reducciones jesuitas, frente a la guerra, la verdad frente a la mentira por la pasión y el duelo de los hijos del gran san Ignacio de Loyola capitán de compañía militar, a lo divino. Su gran testamento está en La Misión, film mundialmente celebrado aunque Hollywood, le negase en repetidas ocasiones la gloria efímera de la estatua dorada.
Por su gran banda sonora mística y sacra donde dejó inmortalizadas en hermosas partituras su gran fe, amor y esperanza, grandes virtudes teologales con frecuencia escondidas entre tiros y sangre de mafiosos y vaqueros pero siempre con un lugar para la esperanza. Siempre agradecido a los dones del cielo recibidos sembró el cine de verdades sacras de Padre Nuestro en la tierra como en el cielo en donde la música desciende como torrente sin ruido y manso.
Catarata, sepulcro líquido /que envuelve al misionero en cruz atado. Miserere rezado con Remordimiento/ Te Deum y Ave Maria guaranís/ entonados por niños con indias voces angelicales y como colofón inspirado El oboe de Gabriel misterioso y arrebatado.
Su última voluntad una carta escrita en vida antes de tu muerte, para todos los tuyos: hermanas, hijos y
nietos y amigos pero más para tu esposa, María, con renovada promesa de amor y adiós doloridos y eternos. Gracias, Ennio Morricone músico genial /místico y sacro.