La Pasión de Cristo según santo Tomás de Aquino

La Pasión de Cristo según santo Tomás de Aquino

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La Pasión de Cristo según santo Tomás de Aquino, por Fidel García Martínez

M. Gibson en su extraordinaria película La Pasión filmó con impresionante y patético realismo los sufrimientos morales y físicos de Jesucristo.

No faltaron entonces como ahora quienes profirieron y profieren críticas ante unas secuencias para ellos tan crudas y tan hirientes para su exquisita y refinada sensibilidad. Un alarde de hipocresía inconsistente si tenemos en cuenta la crueldad terrible de lo que era el más bárbaro de los suplicios romanos, propio de esclavos y malhechores. Ningún ciudadano romano podía ser sometido a aquel suplicio tan inhumano y degradante. Era la pena de muerte en cruz una de las más espantosas que ha inventado el ser humano para vengar la justicia ultrajada.

En el tratado de Santo Tomás de Aquino de la Vida de Cristo, un monumento a la profundidad teológica, lleno se sabiduría y profunda piedad, al tratar de los sufrimientos de Cristo, afirma con sobriedad y rigor impresionante, que Cristo soportó todo género de padecimiento: "Padeció por parte de los hombres, pues padeció de los gentiles y de los judíos; de los varones y de las mujeres, como se vio de las criadas que acusaron a Pedro. Padeció de las autoridades judías y romanas, de sus ministros y de la plebe. Padeció de los familiares y de los conocidos, Judas que lo traicionó y de Pedro que lo negó. De los amigos que lo abandonaron: padeció en su fama por las blasfemias proferidas contra Él; padeció en su honor y honra por las irrisiones y burlas inferidas; en los bienes pues fue despojado hasta de sus vestidos; en su alma, por la tristeza, el tedio y el temor; en el cuerpo, por las heridas y los azotes."

Padeció en los miembros de su cuerpo, en la cabeza por la corona de espinas; en las manos y en los pies por los clavos que lo atravesaron; en el rostro por las bofetadas y los esputos; en todo el cuerpo por los azotes. Padeció también en todos los sentidos del cuerpo: en el tacto, por los azotes y la crucifixión; en el gusto por la hiel y el vinagre; en el olfato, por la fetidez de los cadáveres existentes en aquel lugar, llamado calvario, en donde fue colgado; en el oído por las voces que le blasfemaban y escarnecían; en la vista, viendo cómo lloraba la Madre y el discípulo amado. Para Santo Tomás por la Pasión de Cristo es el medio como mejor conoce el hombre cuanto lo ama Dios.

Estos sufrimientos que Santo Tomás describe con serenidad devota han sido representados en las esculturales y plurales figuras que nuestros más ilustres artistas imagineros nos han legado en los pasos procesionales que hacen de la Semana Santa Española el referente más impresionante del arte sacro mundial.

Fidel García Martínez Catedrática Lengua Literatura Doctor Filología Románica