Vivir el Reino, vivir la comunidad: crónica de un campamento de Franciscanos
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Vivir el Reino, vivir la comunidad: crónica de un campamento de Franciscanos
Por segundo año consecutivo un grupo de hermanos hemos compartido unos días en Cehegín (Murcia) en una casa que poco a poco empieza a ser nuestro hogar veraniego. Es de destacar que esta casa donde hemos pasado los días de campamento está aislada del ruido, en mitad de la naturaleza y que invita a desconectar y a saborear de forma directa la presencia de Dios a través de su creación. El objetivo que nos pusimos los monitores para este campamento fue que estos días se convirtieran para todos nosotros en un pequeño trozo del Reino, en comunidad viva y creo que lo hemos conseguido. Se ha formado durante estos días una pequeña familia y los mismos acampados nos han transmitido lo especial que ha sido esta semana para ellos.
Nos hemos divertido con los juegos y veladas, hemos reflexionado acerca de nuestra fe y las realidades que nos rodean (muchas veces de pobreza, marginación) a través de los temas y las dinámicas que se han ido planteando y nos hemos encontrado con Dios a través de las oraciones compartidas y desde el silencio exterior e interior de cada uno. Este campamento está pensado no para pasar unos días de cualquier manera, sino para crecer como personas y creyentes. Por destacar alguna actividad concreta, el día en el cual íbamos a reflexionar acerca de la pobreza se hizo una dinámica que duró todo el día, en el cual un grupo tuvo que llevar todo el día una mochila a todos lados, otros para ir a beber tenían que andar un pequeño trecho y en otro grupo a la hora del fregado solo lo hicieron las chicas. Sintieron como se encarnaba en ellos mismos o en los demás compañeros del campamento las situaciones de cruz del mundo (refugiados, gente sin acceso a agua potable, machismo, etc.) y como cambiaba su percepción acerca de estas situaciones, haciéndose más cercanas.
Por último destacar el tema de este año, los superhéroes. En la Eucaristía del domingo, José María Roncero, el sacerdote encargado de la casa, siempre acogedor, siempre acompañando, nos dio la clave para llevar al día a día todo lo vivido estos días. El objetivo no era convertirse en superhéroes de comics, sino en superhumanos, como Jesús lo fue. Jesús es la máxima expresión de lo que significa ser humano, de abajarse para ser servidor de los demás, y de a través de él transmitir a ese Dios Amor que nos cuida y quiere un mundo más justo y más fraterno. Esperemos que este campamento haya servido para convertirnos en superhumanos, en constructores del Reino.
Luis Luna